Ema

Cuando el misterio de la poesía va mucho más allá de las formas; cuando la anarquía obedece a un plan magistral. Pablo Larraín sale airoso de su abordaje a una brecha generacional que, después de su último trabajo, ya no parece tan insalvable. Una pirueta arriesgada y deslumbrante, que en ocasiones suena más bien a milagro. Retrato híper-estilizado de una juventud que, a pesar de su culto a las apariencias, consigue trascenderlas. Lo hace hablando a través del AutoTune y bailando al ritmo orgásmico que marca el reggaeton. Porque esto es lo que pide el cuerpo, y porque así se da auténtico sentido a una visión propia y revolucionaria del mundo; de las familias que habitan en él.