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Juego de Tronos (Serie de TV)

Serie de TV. Aventuras. Drama. Fantástico. Acción. Intriga Serie de TV (2011-2019). 8 temporadas. 73 episodios. La historia se desarrolla en un mundo ficticio de carácter medieval donde hay Siete Reinos. Hay tres líneas argumentales principales: la crónica de la guerra civil dinástica por el control de Poniente entre varias familias nobles que aspiran al Trono de Hierro; la creciente amenaza de "los otros", seres desconocidos que viven al otro lado de un inmenso muro de hielo que protege el ... [+]
JUEGO DE TRONOS TEMPORADA 8 EPISODIO 6: EL FINAL DE LA CANCIÓN
[CRÍTICA SIN SPOILERS]: no se desvelan detalles de la trama.

Cumplir o no cumplir con las expectativas, he aquí la cuestión. Tras ocho temporadas edificadas en torno a la intimidad, la crueldad, la sorpresa constante y la radiografía política, 'Juego de tronos' tenía que despedirse salvando la peor de las trampas: nunca lograría satisfacer. “Nadie está muy contento”, dice de hecho Tyrion en un momento. El enano, la voz más sabia y el personaje con el que el espectador ha podido empatizar sin remordimientos, se erige así en una suerte de voz demiúrgica: su frase retumba como si se estuviese refiriendo a la propia serie.



Desde el mismo campo de minas, la crítica escribe hoy intentando preservar el misterio de una serie que le ha dado valor al giro argumental. Lo único que se puede decir del último episodio es que se instala en un estado de coherencia. De entrada, porque sabe transitar de la intimidad a las diatribas políticas; y porque ha sabido acompañar los vínculos emocionales y los discursos en torno al poder de una puesta en escena al servicio de la narración.

La octava y última temporada de 'Juego de tronos' ha adolecido de algo que nunca tuvo la serie: prisas. Gestada a partir de la diáspora, de la dispersión de unos personajes destinados a no encontrarse nunca; la serie decidió reunir a todos a lo largo de una temporada de apenas seis capítulos. Más allá del simpático e inteligente Tyrion, del bueno y anodino Jon y de algunos más; 'Juego de tronos' quiso que las expectativas no tuviesen que ver únicamente con una acción o momento concreto, sino con la cuestión de la empatía y la identificación. Así, dibujó un arco para Jaime Lannister, forjó un carácter heroico para Arya y redimió a la más odiada de las niñas Stark. El tránsito se coció a fuego lento, al ritmo que la pelea por el trono se iba abriendo a diversos contendientes. Quizá por eso, esta octava temporada da pie a un único reproche: que la serie que se gestó andando, en largos periplos, pase a vivir de la elipsis; y, sobre todo, que el volantazo efectista se apodere de uno de sus personajes. Puede que no haya sido la mayor de las sorpresas de esta temporada, pero este cambio algo brusco sí que ofrece una lectura cuestionable: la vuelta del mito de la mujer loca.



El capítulo final de 'Juego de tronos' no se entendería sin su predecesor, un derroche de acción y una de las visiones más pesimistas que ha dado una serie ya de por si desesperanzadora; pocas veces la guerra se ha visto de manera más naturalista que aquí, en medio de este universo que, aunque parezca contradictorio, está poblado de dragones y magia.

Tras la tormenta, viene una extraña calma; así ha sido esta serie, capaz de derramar sangre para luego ceder protagonismo al verbo y a la intimidad. El habla es, de hecho, la herramienta primordial tanto de la construcción de los relatos y los mitos como de la política; y 'Juego de tronos' ha versado precisamente alrededor de estas cuestiones. Hace tiempo que la serie dejó de recitar a Shakesperare, pero, en su temporada más explícita, se cierra apuntalando su discurso político: sobre el poder y cómo ejercerlo.
Escrita por Violeta Kovacsics (FilmAffinity)
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