Haz click aquí para copiar la URL

Si yo fuera rico

Comedia Santi es un joven en apuros que, de la noche a la mañana, se vuelve rico. Muy rico. El problema es que lo “mejor” que podrá hacer es no contárselo a sus amigos. Y mucho menos a su pareja, claro.
¡La no comedia al poder!
La comedia popular española… Todo un género en los últimos años. Popular, sí lo puede ser, porque muchas taquillas lo han avalado. Lo de comedia es otra cosa… Resulta todo un escollo hincarle el diente a una película como “Si yo fuera rico”, una obra que hace del chiste soez su razón de ser, del fariseísmo argumental su pilar narrativo y de la inspiración televisiva su bandera visual. Una comedia de Mediaset, para entendernos…

La cosa comienza con Álex García despertando en la caravana, ampliamente desordenada, en la que vive. Y, arrobado, le da los buenos días a una fotografía de la que suponemos su pareja, Alexandra Jiménez (que pronto se revelará como la única intérprete del filme que puede considerarse como tal). Inmediatamente, una policía le pone una multa de aparcamiento (corte de plano para mostrar que ya tiene cientos). Por descontado, no tiene gasolina y allá que se va por la carretera, a pie, para conseguir que un coche le salpique en un charco de lodo… Llevamos tres minutos de película y ya nos estamos carcajeando, señoras y señores…

El resto del filme volará a la misma altura. Y duele encontrase tras la cámara a un director como Álvaro Fernández Armero, aunque si uno se para a pensar aún recuerda como su mayor logro su cortometraje "El columpio", de 1993, y su simpático debut en el largometraje con "Todo es mentira" en 1994. Desde entonces… nada reseñable. Su reciente éxito televisivo con "Vergüenza" se debe más a los estupendos guiones que a un trabajo de puesta en escena.



El caso es que acompañaremos las previsibles y más que aburridas andanzas de Álex García, que interpreta a Santi, un tipo al que le tocan 25 millones de euros en la lotería. Vivirá alguna peripecia quejumbrosa, intentará recuperar a su ex pareja y se enfadará (pero poco) con sus amiguetes del alma. Todo por no querer confesar que es millonario. ¿Sonará la canción de la película "Si yo fuera rico"?: claro, y en varias versiones. Aunque eso no es nada al lado de la secuencia que muestra a García, recién conocida la noticia de su enriquecimiento, triscando por un prado a los sones de "We are the champions". Y es que las canciones de la presunta película tienen también lo suyo: ¿que hay un coche deportivo a toda marcha por la carretera? Pues que atruene "Born to be wild", y a otra cosa.

Por cierto, la historia transcurre en Asturias. Y los personajes dicen "¿Cómo ye, ho?"… Lo malo es que podría transcurrir en Madrid y escucharse "¿Qué pasa, tronco?" o en Nueva Guinea y oírse sus modismos locales… Nada hay de "asturianidad" en la historia, nada de sus posibles referencias sociales o culturales ¿Para qué, si lo que hay que hacer es escribir chistes soeces y bromas de medio pelo? Oiga, ¿en esta película hay chistes con ventosidades?: hay. ¿Una secuencia de sexo, venga o no a cuento?: hay. ¿Desnudos, pero sin mostrar demasiado?: hay. ¿Un infante que escucha a un personaje decir una obscenidad y la repite ante su progenitora?: pues a los diez minutos de metraje. ¿Siquiera un levísimo atisbo de originalidad?: no, eso no lo hay. Entre todo ello, lo de que el villano de la función sea un tipo del que Santi y sus amiguetes se reían en el colegio porque era obeso, convertido ahora en un apuesto y adinerado galán, puede incorporarse a cualquier galería de los horrores: mofarse de un asunto como el bullying y convertir a la víctima en el malo de la trama que quiere ligarse a la ex del protagonista, tiene poco calificativo.



"Si yo fuera rico" es un ejemplo modélico de comedia inapetente y desnutrida. Una película tan narcisista como hipócrita que tan pronto insinúa que quiere satirizar los comportamientos de los nuevos ricos como alaba la supuesta generosidad con la que estos pueden llegar a comportarse. Que intenta jugar a afear el culto a la riqueza para, inmediatamente, mostrar la felicidad que conlleva. Que traza una leve mirada hacia el dolor de la pérdida de la amistad para, a continuación, mostrar que el desconsuelo se supera con unas copitas de champán en una suite de lujo (lo del dolor está mostrado con otra canción: nada menos que “El sitio de mi recreo”, ¡viva la innovación!, que suena cuando Santi mira desde la calle cómo sus colegas se divierten en su bar de toda la vida…) .

No es una película. Es un emborronamiento de celuloide narrado con la más atroz falta de ritmo que se ha visto en una pantalla en décadas, arropado por una estética televisiva que convierte el primer plano en recurso primario, que acumula gracietas sin más orden que el capricho y que utiliza los golpes de música en cada corte de plano, tras un gag, con la constancia de un párvulo. Un episodio de cualquier teleserie, pero más largo y sin anuncios.

Aunque, para ser justos, quizá haya que reconocer que "Si yo fuera rico" consigue algo inédito: la comedia a partir de la no comedia, es decir, las risas e incluso las carcajadas (casi siempre un tanto abochornadas) ante la vergüenza ajena que provoca lo que se está viendo.
Escrita por Miguel Ángel Palomo (FilmAffinity)
arrow