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Ártico

Aventuras. Drama En el Ártico, la temperatura puede bajar hasta -70° C. En este desierto helado y hostil alejado de todo, un hombre lucha por sobrevivir. A su alrededor, la inmensidad blanca, y los restos de un avión que le ha servido de refugio, vestigio de un accidente ya muy lejano. Con el tiempo, ha aprendido a luchar contra el frío y las tormentas, a cuidarse de los osos polares y a buscar comida. (FILMAFFINITY)
Sobrevivir
Las primeras imágenes de "Ártico" muestran a un hombre, en un paisaje agreste y helado, retirando nieve y cavando bajo un hielo que deja al descubierto un suelo ennegrecido. Inmediatamente, un amplio plano cenital muestra el resultado de su tarea: un gigantesco SOS grabado en el suelo glacial. En apenas diez planos, "Ártico" ha revelado la situación de su protagonista y la clave de su trama. La siguiente secuencia presenta una avioneta estrellada en el desolado paisaje, teñido por completo de blanco, en el que solo destaca el rojo anorak del personaje.

"Ártico" es una película de supervivencia. Ese será su único fundamento narrativo durante los condensados 90 minutos de su desarrollo. Y pronto mostrará abiertamente sus cartas para situarse muy lejos de otros referentes del género 'survival' como "Náufrago", "127 horas" o la más reciente "La montaña entre nosotros". Sus intenciones son casi ascéticas, ya que su propuesta será la de despojar de todo contenido narrativo al relato. Y, además, descontextualizar por completo la acción, de manera que solo importe el aquí y el ahora.

Nada sabremos de la vida de este hombre (solo su nombre, Overgård, avanzado el filme). Nada de las circunstancias de su accidente. Su pasado será inexistente y su futuro, incierto; su presente es lo único sustancial. Y solo importa cómo encontrará fuentes de calor, cómo hallará recursos para alimentarse y cómo estará preparado para un posible rescate mientras pelea contra la soledad y la locura, que acecha cada instante. Un Robinson Crusoe glacial que se autoimpone la tarea de sobrevivir.



De ese modo, "Ártico" muestra con afán casi documental la disciplina cotidiana de su protagonista, la repetición mecánica de sus acciones, entregado a ver pasar ante sí noche tras noche, día tras día, enfrentado con todo tipo de imponderables, incluidos los animales salvajes. Este será el modo en que el espectador comience a conocerlo, a vivir su drama y a acercarse a su personalidad, expresada siempre con acciones, no con palabras. Porque en escasísimas ocasiones se escuchará la voz humana en esta película tan magnífica como arriesgada, y cuando llegue será en forma de lamentos o susurros que nacen de la boca del personaje como breves y dolientes diálogos consigo mismo. Overgård no estará solo durante la totalidad del metraje, pero su acompañante llegará a través de un acontecimiento funesto y le servirá tanto de asidero afectivo como de fuente de preocupación y dolor.

"Ártico" supone una pequeña proeza cinematográfica que nace del talento de un debutante, Joe Penna, un videoartista de origen brasileño, muy popular en su país natal como 'youtuber' gracias a su canal "MysteryGuitarMan", que ha llegado a ser conocido en todo el mundo, en el que combina música y notables videocreaciones. No deja de asombrar que un director asuma tanto riesgo en su primera película, apoyado en un estricto realismo y en una huida del sentido del espectáculo comercial. E impresiona la gelidez expositiva de su propuesta.

Joe Penna consigue una infrecuente hondura en sus imágenes, sin adornos, sin alharacas, sin atajos emocionales, y, en especial, sin asomo alguno de complacencia. "Ártico" entrega una colección de secuencias desnudas, de impactante fisicidad, apoyadas ocasionalmente en una excelente música que levita por las imágenes. La película no se permite alzamiento de voz alguno en el relato de la tragedia de este hombre al que acompañamos durante un fragmento de su existencia, aferrado a sus escasas posibilidades de sobrevivir. Y consigue que de la desnudez y la firmeza de su puesta en escena, de lo granítico de su exposición visual, nazca el mayor desgarro emocional.



Queda asumido desde el primer momento que la película deposita todo su peso sobre Mads Mikkelsen, un actor inconmensurable cuya mayor popularidad ha llegado gracias a su trabajo en la serie "Hannibal". Pero Mikkelsen ya había sido capaz de devorar a James Bond en la mítica secuencia de la partida de cartas de "Casino Royale", además de que antes había brillado en estupendas obras danesas como "Te quiero para siempre" y "Wilbur se quiere suicidar". Y en 2012 había asumido el protagonismo de "La caza", una película imprescindible en el cine de esta década, a las órdenes de Thomas Vinterberg, uno de los creadores del movimiento ‘Dogma 95’. Mikkelsen se compromete sin ambages en una interpretación al límite y llena la pantalla de densidad emocional. En su rostro se leen tanto la desesperación como la firmeza, tanto el miedo como la determinación, hasta adueñarse del relato con un trabajo impecable, físico y concentrado al tiempo. Su labor engrandece aún más este espejo de la doble condición del ser humano: la de su categoría casi de insecto ante la naturaleza salvaje y la del poderío de su inquebrantable voluntad.
Escrita por Miguel Ángel Palomo (FilmAffinity)
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