Campamento alienígena

Vivimos instalados en la nostalgia. Lo prueban los remakes '"Aladdín", "Dumbo" y "El Rey León", las nuevas entregas de "Star Wars" y "Los Vengadores" o películas como "Campamento alienígena" (terrible traducción del más evocador "Rim of the World"). El nuevo largometraje de McG para Netflix parte de una premisa original pero está tan preocupado por evocar el cine scifi de los 80 y mezclarlo en una coctelera con los coming of age de John Huges que el resultado, sencillamente, no funciona tan bien como los numerosos referentes a los que pretende emular.



Podríamos culpar de ello al propio McG, un director funcional pero totalmente falto de personalidad, como lleva demostrando toda su carrera. Una por cierto también instalada en la nostalgia, cuyos films más conocidos son las dos terribles adaptaciones al cine de "Los ángeles de Charlie", la flojísima "Terminator Salvation" o la serie basada en "Arma letal". Pero sería injusto hacer tal cosa, porque el mayor problema del film reside en un guión arquetípico, sin sorpresas y rutinario de Zack Stentz.

Como en toda obra similar inspirada en el cine ochentero, tenemos a varios preadolescentes inadaptados que acaban en el mismo sitio (un campamento de verano) y que cubren un rol específico: el niño rarito y muy puesto en ciencia, incapaz de socializar con la gente que le rodea y que lleva un cubo de rubik siempre a mano (sic), el chaval vacilón que lo ha tenido todo en la vida y no sabe cómo reaccionar ante la adversidad (con trauma por explorar), el rebelde con pasado misterioso, etc. Todo son arquetipos, no hay personajes como tal, y es una pena porque podría darse pie a una exploración en condiciones de ese mundo en el que los adultos prácticamente no tienen ningún peso. Pero el film está más preocupado en establecer esos roles, cómodamente, sin nada nuevo que aportar. Todo es tan chapado a la antigua que incluso el rol de la chica en el grupo es el esperado en estos casos.



Así pues, lo que queda al terminar de ver "Campamento alienígena", como ocurría con otros explotations de la nostalgia como "Turbo Kid", "Zombie Camp" o "Éramos pocos y llegaron los aliens", es la sensación de que sin que hayamos pasado un mal rato, desde luego tampoco hemos sacado nada en positivo. Una película tan anodina como intrascendente, que pareciera diseñada por un robot al que se le han dado varios conceptos básicos de aquella época y éste los hubiera adaptado a las necesidades y sensibilidades actuales, dejando en el proceso una risible secuencia de product placement que pareciera ser la justificación final de todo el viaje que realizan sus protagonistas.

Es cuanto menos curioso que McG, que en 2017 dirigió un pequeño hit para Netflix titulado "The Babysitter", haya optado en su segunda colaboración con la plataforma de streaming por un film tan poco inspirado. Aunque en el fondo encaja con la filosofía de la compañía de ofrecer cosas 'parecidas a...' y seguro que termina siendo otro éxito cuando el sistema determine que 'Si te ha gustado Stranger Things, prueba a ver esta...' Nostalgia, sí, pero programada de antemano y diseñada en un departamento de marketing. El Skynet de la rutina.