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Guava Island

Thriller. Drama. Musical En la isla de Guava, un músico (Donald Glover) está decidido a organizar un festival para que todos sus habitantes lo disfruten. (FILMAFFINITY)

La libertad como objetivo emocional
'Guava Island' arranca con unos títulos de crédito que remiten a un entorno tropical. Vemos a sus personajes bailando y pronto pasamos a un prólogo animado en el que una voz nos habla del origen de la isla de Guava, un lugar creado por los dioses en mitad del planeta, como un refugio; un oasis en el que está a punto de celebrarse un festival de música por y para su gente. Lo organiza el joven Deni Maroon (Donald Glover), una suerte de héroe del pueblo que ameniza el día a día mediante su programa de radio. Pero las cosas no van a ser tan fáciles para él como le gustaría, porque en Guava no se puede dejar de trabajar ni siquiera en domingo y el cacique local, Red Cargo (Nonso Anozie) no va a permitirle hacer el festival. Deni, no obstante, tratará de ingeniárselas para llevarlo a cabo.



Lo que primero llama la atención de este proyecto es que sus responsables hayan conseguido mantenerlo en secreto hasta su estreno. Una película musical protagonizada, escrita e ideada por Childish Gambino, el nombre artístico de Donald Glover en la industria musical (a la manera en que el director Takeshi Kitano firmaba sus interpretaciones como Beat Takeshi). No está sólo él, claro: la cantante Rihanna es la coprotagonista pero no canta, se limita a interpretar un papel en el que la gestualidad y la mirada tienen mucho peso, y complementa al reparto principal Letitia Wright, la gran revelación del reparto de 'Black Panther'. Detrás de las cámaras tenemos a Hiro Murai, Stephen Glover y Christian Sprenger, realizador, guionista y director de fotografía respectivamente. Los tres forman parte del equipo habitual de Gambino, con quien ya sacaron adelante hitos como el videoclip 'This is America' o la aclamada serie 'Atlanta'.

Pero más allá de la sorpresa, es decir, el giro de lanzar una película con todos estos nombres implicados y ponerla a disposición del espectador de forma gratuita en Amazon Video, lo importante es que el mensaje de la misma tiene mucho que ver con esta decisión. Porque 'Guava Island' es una fábula anticapitalista que nos habla sobre la violencia política, sobre perseguir los sueños y cómo correr en esa dirección puede llevarnos a un callejón sin salida. Es una reivindicación de una forma prácticamente olvidada de contar historias. Y sus créditos y prólogo animados no son un capricho sino una necesidad para conseguir crear esa sensación de fantasía sostenida sobre una historia que, de fondo, esconde más sombras que las luces que proyecta su protagonista sobre la gente de la isla.



Filmada en 4:3, con una imagen saturada y grano para darle un toque más realista, 'Guava Island' nos muestra durante un día a este joven que aspira a crear un festival de música para hacer que la gente del lugar pierda el miedo a ser libre durante unas horas. Es una tesis sencilla pero muy eficaz y como no podía ser de otra forma, se apoya en algunos de los temas del propio Gambino para darle cierta musicalidad a la propuesta, sin llegar a caer en lo burdo ni convertirse en un largo videoclip camuflado como una supuesta película. No es una excusa para vender música, es una historia en la que ésta cobra vida y encaja como un guante en su narración.

Lo que la hace importante es el enfoque. La mayor parte del tiempo vemos a la gente del pueblo vivir su vida, trabajar, interactuar entre ellos de fondo y no de la habitual forma en la que se haría en una película, si es que esto tiene algún sentido como tal. Hay una vocación casi documental de registrar a estas personas en su entorno que pueden recordar a los trabajos de realizadores como Ousmane Sembene ('La noire de...', 'Mandabi') o Jean Rouch ('Moi un noir'), que en films como los citados hacían una radiografía del momento sin descuidar cierta dosis de realismo poético, por así llamarlo. Se metían de lleno en la psique de sus sujetos pero no para destacar su exotismo, sino su humanidad.



Lo que Hiro Murai, Glover y compañía consiguen desde el arranque de 'Guava Island' es transportarnos a un entorno único, que paciera más un sueño que un lugar real; algo místico, congelado en el tiempo, una burbuja en la que un hombre sólo quiere hacer música aunque eso pueda llevarle a ponerse en peligro. Pero lo hace, y lo hará, porque está en su ADN, porque es un ser que aspira a la libertad y las cadenas que se le impongan nunca serán suficientes como para que ceje en su empeño de salir adelante y anteponerse a la adversidad.

'Guava Island' es un cuento y como tal, tiene una moraleja. Tendréis que descubrirla viéndola pero no lo podéis tener más fácil: gratis, legalmente y subtitulada a múltiples idiomas en Amazon Video. Esta es la clase de proyecto por la que plataformas como Netflix deberían estar peleando y que traslada a la ficción, de forma orgánica, trabajos como 'Lemondade' de Beyoncé sin caer en la hagiografía ni en la necesidad de que su sujeto termine por ser más importante que el mensaje a transmitir.



En el prólogo, la voz de Kofi (interpretada por Rihanna) nos dice que la isla de Guava fue creada por los dioses en mitad del mundo. Un lugar puro, regido por reglas propias. A su modo 'Guava Island' sigue la misma filosofía: es una obra especial, hecha con mucho talento, habilidad y las ideas muy claras; una isla en mitad de un océano saturado por propuestas clónicas y en el que lo mercantil se antepone a lo artístico. Y sólo por eso, ya merece la pena.
Escrita por Pablo González Taboada (FilmAffinity)
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