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Onyx, los reyes del grial

5,3
185
Drama. Documental En el siglo XI, una plaga de hambre azotó Egipto. El Sultán recurrió al auxilio del próspero califato de Denia. A cambio el Sultán le regaló a Denia un objeto codiciado por toda la cristiandad: El cáliz de la última cena de Jesús, requisado del templo de Jerusalén antes de las cruzadas. El hallazgo en la biblioteca de al-azhar de unos documentos inéditos abre una puerta a la historia del Santo Grial. Mediante un seguimiento ... [+]
El Santo Cáliz está en León
La combinación de cine histórico y de cine aventurero que propone “Onyx, los reyes del Grial”, supone todo un riesgo, más aún cuando la película combina ficción y documental en una trama que persigue el recorrido, a lo largo de la historia, del Santo Grial, el cáliz utilizado por Jesucristo durante la última cena con sus apóstoles.

Un viaje que llevará al espectador a destinos tan diversos como Jerusalén, Egipto y España. “Onyx” toma como base “Los reyes del Grial”, libro de investigación de Margarita Torres y José Miguel Ortega, para trazar un relato que plantea que el Santo Cáliz se encuentra oculto en la Basílica de San Isidoro de León, puesto que no es otro que el cáliz de doña Urraca. Todo ello nace de un camino milenario que combina los pasos de cristianos y musulmanes, con la ciudad de León como centro histórico de la aventura.



La idea central de “Onyx” es la de defender un relato de concordia y tolerancia: a través de la historia del Cáliz, la película propone una oda a la unión de las culturas. Si el santo objeto ha sido capaz de sobrevivir a 2.000 años de civilización, es decir, a 2.000 años que reúnen tanto rencillas y odios como avances culturales y hermanamientos, ello debería llevara al pensar que los humanos podrían hacer otro tanto.

El artífice de todo ello es el mexicano Roberto Girault, del que se recuerdan sus dos primeras películas, filmadas en su país natal, “El estudiante” y “Ella y el candidato”. El principal problema fílmico de “Onyx, los reyes del Grial” es que no siempre consigue entramar con soltura sus dos caras de relato documental y de ficción. Resulta complicado afrontar la narración bajo un punto de vista científico, y eso añade una buena dosis de dificultad al posible disfrute de la parte recreada. Por el contrario, “Onyx” se beneficia en parte de su metraje del arrojo de su director, que sabe filmar con sentido del ritmo y afronta su película con un apasionamiento que envuelve a las claras muchas de sus secuencias. No trata de un “blockbuster”, pero, por sus intenciones, lo parece. De este modo, errores y aciertos se combinan en una amalgama de imágenes hacia las que cabe sentir cierta simpatía, porque no es habitual que un cineasta se vuelque tanto en una historia demasiado confusa y no es corriente que la pasión de un director se filtre entre imágenes imperfectas. Solo por esos ya merece la pena alabar la valentía de Girault.



El esfuerzo de producción en “Onyx” es evidente. En el reparto abundan actores internacionales, con el objetivo de potenciar la apuesta cosmopolita de la película. Y entre sus intérpretes, destaca el trabajo de Jim Caviezel, un buen actor que, aunque participa en demasiadas naderías, siempre logra dejar su sello particular en sus personajes.

No ha debido de resultar sencillo recrear tantos episodios históricos con afán de película de gran espectáculo, al tiempo que de filme “educativo”, apoyándose en un presupuesto que ni se acerca al de las superproducciones de Hollywood. Ante ello, se debe pensar que el cine español tal vez ande falto de apuestas como la de “Onyx”, de resultados irregulares, desde luego, pero ante la que no cabe, pese a sus imperfecciones, más que abordarla con tanta simpatía inicial como respeto a sus logros.
Escrita por Miguel Ángel Palomo (FilmAffinity)
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