Haz click aquí para copiar la URL

Reevolution

Thriller. Acción Doni acaba de perder su trabajo, su pareja y las ganas de vivir. David, su mejor amigo, tiene una productora de televisión en bancarrota. Max es un policía que ha perdido la fe en la ley. Jack, tras 5 años de condena por piratería, puede por fin volver a tocar un ordenador. Y Leo es un bufón que lleva toda su vida intentando cambiar a la gente, sin ningún resultado. Inexorablemente sus vidas se cruzan...(FILMAFFINITY)
Despertar a los surmientes
"Lo contrario de la guerra no es la paz, es la creación", afirmaba uno de los personajes de "Rent", el legendario musical de Jonathan Larson. Algo similar pueden pronunciar los protagonistas de "Reevolution", embarcados en una batalla que enfrentará a la creatividad contra el sistema. Una inventiva que también podría ser la que ha llevado a la filmación de
"Reevolution", cuya existencia misma parece inverosímil. La pasión por hacer cine permanece viva en algunos directores. Y tampoco es cuestión de presentarse como cobaya humano, como hizo Robert Rodríguez para conseguir dinero para filmar su primera película, sino de exprimir con imaginación y pasión el escaso presupuesto de que se disponga.

"Reevolution" ha costado 5.977 euros, de los que 4.338 se destinaron a impuestos y gestiones administrativas. No es de extrañar, pues, que comience con una expresa ofrenda hacia los familiares, amigos y profesionales que han conseguido que la película se realizase con un presupuesto neto de 1.639 euros, que finaliza con una contundente frase: "el 72,58 % restante de la dedicatoria… va para Hacienda". Quede claro que, a lo largo de la obra, se notará, y mucho en ocasiones, la falta de un presupuesto holgado. Pero a veces las dificultades traen consigo virtudes, en este caso la imposición de un estilo visual que aporta a la película buena parte de su alma. Habrá que tirar de recursos fílmicos, parece haber pensado el debutante David Sousa Moreau.



El alma de "Reevolution" es la de un thriller político, que se disfraza ocasionalmente de película de acción, pero que enarbola también la bandera del drama social. Todo nace de una trama diabólica que cruza los destinos de cuatro personajes: Doni, un sujeto en permanente crisis existencial, David, dueño de una productora de televisión enfrentada a la quiebra, Max, un policía descreído y hastiado de su profesión, y Jack, un experto en informática. Diferentes azares personales los reúnen con un objetivo común: la reivindicación de la libertad personal frente a un sistema castrante y aniquilador. La intención política de la película queda clara, pues, desde el principio: si el individuo cumple con sus deberes, el estado debe garantizarle sus derechos irrenunciables; como no lo hace, habrá que tomarlos, y ello pasa por el despertar de las conciencias, alienadas por un estado que ha hilado tan fino que ha conseguido que el pueblo lo necesite, sin plantearse por qué. ¿Revolucionario mensaje? Según lo plantea la película, resulta de lo más cabal (por otra parte, los cuatro amigos pretenden cambiar la realidad social, no derribarla). De manera que los cuatro protagonistas idearán una asombrosa estrategia para despertar a los durmientes: todos nosotros.

Asombra la valentía narrativa con la que David Sousa Moreau ha afrontado el reto de rodar una película con el presupuesto que cientos de cineastas emplearían para rodar una secuencia. Para empezar, plantea su notable guion con una sucesión de saltos temporales que muestran tanto parte del desenlace de la trama como su gestación. Unas idas y venidas que juegan con el suspense y que disimulan, en parte, un primer tramo, el de la presentación de los personajes, irregular y abundante en lugares comunes.



Por otro lado, “Reevolution” exhibe un trabajo de puesta en escena que abraza como pocas el lema "hacer de la necesidad, virtud". Cada secuencia de la obra muestra la inteligencia de su director: la inmediatez del relato, unida a la falta de recursos, se transforma en un alarde de rodaje cámara en mano y en una puesta en valor de la elección de los planos y los encuadres para conseguir la mayor carga expresiva: la película se mueve en el terreno de los planos cerrados, casi asfixiantes, y pone de manifiesto un montaje nervioso, tan belicoso como el contenido de la trama, abundante en cortes aguerridos, casi hachazos visuales que encabalgan sus imágenes desbocadas. No se pude lograr más con menos.

Así, en la película se percibe la mano no solo de un cineasta valiente, sino de un cineasta. A secas. Por ello, hay que dar las gracias a David Sousa Moreau por su doble llamada de atención: una para quienes nos sumerjamos en lo airado de su propuesta narrativa (aunque los personajes lancen alguna sentencia obvia que otra, en sus reflexiones hay material para pensar al salir de la sala) y otra para quienes aspiren a filmar sin tapujos, a tumba abierta, para quienes aún crean que crear cine es aún mejor que verlo.
Escrita por Miguel Ángel Palomo (FilmAffinity)
arrow