70 binladens

Después de despertar muchas expectativas con su magnífico corto 'El tren de la bruja', Koldo Serra no tuvo demasiada suerte con su debut en el largometraje, 'Bosque de sombras', un thriller seco y cortante en el que la puesta en escena resultaba más importante que el relato en sí y que recibió menos elogios de los que merecía. Refugiado en la televisión, su segundo filme, 'Gernika', no llegaría hasta diez años después.

En su tercer filme, 70 binladens (en el argot callejero, los binladens son los billetes de 500 euros) Serra muestra de nuevo su carácter de narrador de raza: domina el ritmo cinematográfico y filma con una inusual fluidez. También se reafirma en que se encuentra cómodo en el cine de género. Y entrega una película de afán trepidante que relata la clásica historia del atraco a un banco que se complica por momentos. Incluso se afana en crear una versión bilbaína del tema (ahí es nada que los atracadores y la policía, en plenas negociaciones, se pregunten cómo marcha el partido del Athletic) y en intensificar el sabor local contextualizando la narración en su entorno costumbrista.



No es 70 binladens una película aparatosa, ni pretende serlo. De hecho, encuentra su mejor acomodo en su naturalidad y su mejor apoyo en la expresividad de sus punzantes diálogos (abundantes en humor negro), engrandecidos por unos excelentes intérpretes, en especial por la siempre grande Nathalie Poza. Y en muchas secuencias brilla el talento de Koldo Serra para mantener la tensión del relato en un espacio reducido y para definir a los personajes en apenas un par de rasgos sin convertirlos en prototipos.

Ojalá Koldo Serra se prodigue más en la industria del cine español. Tiene mucho que decir y debe aspirar a obras mayores. Y posee un especial talento para crear sensaciones con los recursos visuales de la puesta en escena. En tiempos de cine adocenado, no conviene despreciar a los directores con estilo propio.