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Funan

Funan
2018 Francia
Animación, Voz: Bérénice Bejo, Louis Garrel
6,5
608
Animación. Drama Camboya, 1975. Chou lleva una vida tranquila en Phnom Penh hasta que una mañana la guerrilla de los Jemeres rojos sumerge al país en el horror. La población es deportada a los campos y en el camino Chou y su familia sufren la desaparición de su hijo pequeño.
El horror dibujado
No es nueva la idea de relatar, por medio de una película de animación, los horrores cometidos por los Jemeres Rojos en Camboya en la segunda mitad de la década de los setenta. Lo hizo en 2013 la magnífica “La imagen perdida”, premiada en la sección “Un certain regard” en el Festival de Cannes, que utilizaba entrañables figuras animadas de barro para acercarse a este episodio de la infamia humana.

“Funan”, la primera película del francés de origen camboyano Denis Do, se traslada al año 1975 para relatar una de tantas vidas sometidas a la vileza de los Jemeres Rojos, en este caso la de una familia deportada que pierde a su hijo pequeño, una familia que quedará partida en dos, lo que servirá al filme para trazar sendas historias paralelas: en una de ellas, centrada especialmente en el punto de vista de la madre, los padres vivirán de manera atroz, pero nunca perderán la esperanza, y en la otra, el hijo crecerá bajo la losa del adoctrinamiento.

Do se ha inspirado en los recuerdos relatados por su madre, una superviviente del genocidio, para acercarse casi a la esencia de la crueldad, pero también al afán de superación y supervivencia de sus protagonistas. “Funan” utiliza la animación tradicional en una historia que no requiere de alharacas ni de fuegos de artificio, sino de profundidad y sentido dramático. Sus dibujos son sintéticos, sencillos, de trazo suave. La sobriedad expresiva es su principal figura de estilo. Denis Do no mancha de sangre la pantalla, no se recrea en el horror: relata sus consecuencias. Y se sirve con sabiduría del fuera de campo y las elipsis, que ayudan a mantener un tono contenido, sensible y templado, con el que maneja con rigor las emociones, en muchas ocasiones intensas, que lanza desde la pantalla.



El colorido de las imágenes de “Funan” no funciona como espectáculo, sino como contraste entre la belleza plástica y la depravación de los hombres, y la puesta en escena se apoya con suma habilidad en la contraposición entre encuadres amplios, que retratan espacios abiertos, y planos cerrados que aprisionan a los personajes para mostrar su dolor. Do enlaza de esta manera lo individual con lo colectivo y se muestra certero en el dibujo de los detalles, de los gestos mínimos que, al fin, son los que expresan emociones universales.

“Funan” se erige en un ejemplo de cine humanista que canta a la resistencia del ser humano, que muestra su valentía y su capacidad de mantenerse firme. Hace del afán de libertad su motor narrativo mientras certifica que los hombres pueden ser también la peor de las epidemias. Y quiere también ser un ejercicio de memoria, como se señala antes de los créditos finales. No es poca pretensión, y lo consigue.



Como también es cierto que “Funan” es una excelente muestra de cine de animación adulto, un cine que lleva demasiado tiempo luchando porque se le considere simplemente cine a secas, sin necesidad de que sus imágenes se circunscriban a un género concreto por el hecho de no estar habitadas por personajes de carne y hueso.
Escrita por Miguel Ángel Palomo (FilmAffinity)
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