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Sombra

Acción. Drama El condado de Pei (Peixian) está bajo la administración de un rey salvaje y peligroso (Zheng Kai). El comandante militar de su ejército (Deng Chao), aunque ha demostrado su valía en el campo de batalla, se ve forzado a emplear toda clase de sucias estratagemas para poder sobrevivir a las traiciones que se suceden en la corte del rey. Para ello ha creado una "sombra" (interpretada por el propio Chao), un doble que es capaz de engañar al ... [+]
¡Zhang Yimou vive!
Cuanto más se empeña la crítica en enterrar a Zhang Yimou, más se empecina el director chino en resucitar. La perseverancia por declarar difunto al cineasta es un esfuerzo digno de mejor causa. Y no se trata de ampararse en sus primeras películas, obras maestras indiscutibles (cimas como "Sorgo rojo", "La linterna roja" o "¡Vivir!") que lo llevaron a reinar en el cine de los años noventa, pero parece que sus trabajos han de ser ninguneados desde que, entre 2002 y 2006, se entregó al género 'wuxia', centrado en los héroes de artes marciales, con la sensacional trilogía que forman "Hero", "La casa de las dagas voladoras" y "La maldición de la flor dorada". Y muchos olvidan que, entretanto, también ha filmado películas íntimas como la incontestable "Amor bajo el espino blanco" en 2010 y "Regreso a casa" en 2014. Hasta encontró tiempo para hacerse cargo de la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Pekín 2008. Yimou es uno de los directores más gigantescos de los últimos 40 años, un cineasta con una mirada fuera de norma. Un autor en toda regla.

Con "Sombra", Zhang Yimou abraza de nuevo una película épica en la que toma como base 'El Romance de los Tres Reinos', una novela histórica china escrita en el siglo XIV, ambientada entre los años 169 y 280, que culmina con la reunificación de todo el territorio de China. Pero, como en muchas de sus últimas obras, al director le preocupa tanto el entramado narrativo como el acabado formal. "Sombra" se centra en la figura de un doble (de ahí el título) que ha ideado un comandante militar y que es capaz de confundir al propio rey. Y desarrolla una historia de traiciones y ambiciones con el honor, como de costumbre en Yimou, como fondo del relato. Un entramado argumental que sirve al director para crear una deslumbrante puesta en escena, pensada casi con la precisión de un orfebre, que entrelaza de manera íntima imágenes y emociones.



Entregado a una depuración de su propio estilo, Yimou, un autor para quien el color ha sido siempre una de sus principales armas expresivas y en el que ha volcado buena parte de sus intenciones dramáticas, desnuda sus imágenes y profundiza en sus conceptos estilísticos para desterrar el color en esta ocasión y atrapar a sus personajes en una gama de grises que, en ocasiones, deriva casi hasta el blanco y negro. Una paleta cromática reducida, pero bellísima, una especie de monocromía que recuerda al carboncillo o a la tinta china y que emula al símbolo del Ying y el Yang (sobre el que se desarrollará una de las luchas más apasionantes de la película) para utilizar su concepto de lo opuesto y lo complementario, que habita en todas las cosas, reflejado en la película, un juego de espejos en el que los personajes se encuentran y desencuentran según elecciones propias y ajenas. En "Sombra", el único color por encima de los grises será el de los rostros y, ocasionalmente, el del fuego y la sangre derramada. Una textura visual asombrosa, un festín visual, que hace que sea obligatorio ver la película en una sala de cine y escapar de otros soportes.

Bajo ese envoltorio, Zhang Yimou relata una tragedia, de abrumadora hondura y de impecable nervio narrativo digno de los mejores clásicos, y bucea con suma densidad en conceptos como el amor y el honor para crear un armazón de pasiones en el que la intimidad, la épica, lo individual y lo colectivo, fluirán dentro de un mismo plano.



Pero el director no olvida las secuencias de acción y filma algunas de las mejores que haya rodado en el 'wuxia' en toda su carrera, sin importarle, en este caso, huir de una excesiva fidelidad al género. Los aficionados que aún recuerden secuencias como la lucha sobre el bosque de bambú en “La casa las dagas voladoras” encontrarán en “Sombra” momentos de ritmo fastuoso y de apabullante explosividad visual, culminados en una batalla final en la que Yimou explota el juego con la presencia o la anulación de la profundidad de campo para crear una deslumbrante plasticidad y que, en un alarde de singularidad, presenta a unos guerreros que pelean con unos sorprendentes paraguas repletos de cuchillas.

En las tinieblas formales y temáticas de "Sombra" vive una de las más grandes películas de los últimos años, alejada tanto de la vulgarización a que ha llegado buena parte del cine comercial como de la falsa petulancia con la que se reviste en ocasiones el cine de autor.
Escrita por Miguel Ángel Palomo (FilmAffinity)
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