Haz click aquí para copiar la URL

La ciudad oculta

5,7
308
Documental Un viaje a las entrañas de Madrid, a su subsuelo de galerías, túneles y alcantarillas, como símbolo del inconsciente de una gran urbe. El director de "Edificio España" (2014) regresa a uno de esos espacios que existen alrededor pero que mantienen su halo de misterio, esa desconocida realidad cotidiana, prometiendo una sinfonía urbana con atmósfera de ciencia-ficción.
A varias decenas de metros bajo tierra
Los largometrajes de Víctor Moreno son piezas en las que el espacio se reivindica siempre como el auténtico protagonista. Es, aparte del evidente medio por el que se mueve la cámara, el propio objeto de estudio, incluso la plataforma a partir de la cual el director desarrolla unas tesis que, muy a menudo, nos llevan hacia la esfera política. En ‘Holidays’, por ejemplo, se nos invitaba a viajar a Lanzarote, más que para satisfacer el mero placer turista, para preguntarse sobre la vigencia del legado preservador de César Manrique.

En el país de la urbanización masiva, el documentalista reivindicaba a aquel arquitecto (es decir, a aquel pensador del espacio) cuya obra se oponía frontalmente al modelo generalizado de (sobre-)explotación del suelo. Lo hacía a través de cambios en el punto de vista, pero también a través de juegos con el soporte de la imagen. Con herramientas muy cinematográficas, vaya. En ‘Edificio España’, el lugar ocupado (en aquel caso, desmantelado) volvía a erigirse en centro del universo. En el corazón de la capital española, Víctor Moreno retrataba las obras que debían reconvertir aquel esqueleto en el emblema en el que originalmente fue concebido.



Con ello, la infraestructura materializaba las destartaladas herencias de una nación muy a menudo superada por sus propios sueños (sino directamente delirios) de grandeza. Así pues, es éste un cine en el que el redactado del mensaje se apoya en la escritura del espacio, y en el que por consiguiente, lo físico se convierte en un intangible muy inteligentemente dirigido. Pues bien, en ‘La ciudad oculta’, todas estas características parecen alcanzar una nueva dimensión. No en vano, la base de la propuesta consiste en explorar las bases sobre las que se levanta nuestra civilización.

De aquella faraónica torre pasamos al inmenso laberinto que se extiende por debajo de las calles de la gran urbe madrileña. Ahí transcurren todas las escenas de un documental que no tarda en descubrirse como una impresionante experiencia inmersiva. Víctor Moreno propone ahora un recorrido alucinado y alucinante, en el que lo sensorial conquista el primer plano. Todos los estímulos que recibimos, tanto a nivel visual como auditivo, son una invitación (a veces hipnótica; a veces inquietante) a perderse en un sub-mundo que, cuando nos hemos dado cuenta, parece ser el portal a otra galaxia.



La cámara y el micrófono del cineasta tinerfeño captan imágenes y sonidos que cada vez resultan más extraños... y que con el tiempo, parece que adquieran una naturaleza casi extraterrestre. De repente, aquel túnel de metro por el que circulábamos, da la sensación de haber mutado en el conducto de una nave semi-orgánica diseñada por el mismísimo H.R. Giger. La etiqueta de no-ficción con la que se presentaba ‘La ciudad oculta’ se transforma así en un objeto cuya -difícil- identificación nos lleva al ambiguo terreno donde colindan la ciencia-ficción y el terror.

Como en ‘Edificio España’, la mayoría de secuencias de esta película se asientan en las labores repetitivas y mecánicas de una horda de operarios, encargada en esta ocasión del mantenimiento de esta red subterránea. De este espacio que late justo debajo de este otro con el que tan familiarizados estamos. Dichas tareas se llevan a cabo mediante una fusión entre hombre y máquina que inevitablemente nos lleva a ‘Dead Slow Ahead’, aquel hito dirigido por Mauro Herce. Ahí, la manera de plasmar las rutinas a bordo de un gran carguero hacía que el producto degenerara (en el mejor de los sentidos) en una visión casi apocalíptica de una especie nueva, que navegaba por un mundo todavía por explorar.



Ahora sucede prácticamente lo mismo, aunque con una factor distintivo fundamental respecto a Herce: aquí, se mantiene el convencimiento de que la toma perfecta no tiene por qué ser la más nítida, sino la que mejor capte el amenazante ambiente en el que nos encontramos. El viaje propuesto por ‘La ciudad oculta’ desemboca así en ese vertiginoso sentimiento de descubrimiento que solo puede surgir después de arrojar una mirada furtiva al más profundo de los abismos. El sonido ambiente se confunde con lo que parece ser una banda sonora marciana, mientras que los organismos y las formaciones sobre las que Víctor Moreno pone el ojo, lucen como creaciones directamente salidas del subconsciente de H.P. Lovecraft.

En el inframundo de ‘La ciudad oculta’, los sentidos nos engañan, porque la percepción que tenemos de la realidad ha quedado enterrada a varias decenas de metros bajo tierra. El factor humano parece que ha quedado a años luz; la superficie, ese último vínculo con la cordura, ha quedado igualmente reducida a un recuerdo tan lejano que, de hecho, a lo mejor nunca existió. El espacio, una vez más, como punto de partida para otro viaje; para aquel que más importa, el que solo puede terminar con una revelación: si los fundamentos de nuestro hábitat natural dibujan un panorama tan desnaturalizado, ¿cómo será lo que nos espera ahí arriba?
Escrita por Víctor Esquirol (FilmAffinity)
arrow