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Frozen II

5,8
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Animación. Fantástico. Aventuras. Musical. Comedia ¿Por qué nació Elsa con poderes mágicos? La respuesta le está llamando y amenaza su reino. Junto con Anna, Kristoff, Olaf y Sven emprenderá un viaje peligroso e inolvidable. En 'Frozen', Elsa temía que sus poderes fueran demasiado para el mundo; ahora deseará que sean suficientes. Secuela de "Frozen. El reino del hielo" (2013), el film de animación más taquillero de la historia del cine, ganador del Oscar a la mejor película animada. ... [+]
En busca del pasado
Resulta sensato pensar que Jennifer Lee y Chris Buck no tuvieran en mente que "Frozen" pudiera convertirse en una franquicia: el descomunal éxito de la primera entrega cogió a casi todos por sorpresa. Por descontado, las canciones de Kristen Anderson-Lopez y Robert Lopez, y especialmente una bomba completamente letal como "Let It Go" tuvieron mucho que ver en ello, pero también su impecable factura visual y la habilidad de sus creadores para combinar aventuras y humor, además de su apuesta por introducir en la trama algunos elementos cercanos al género de terror. "Frozen" no evitaba transitar por algunos territorios un tanto perversos, insólitos en una película de Disney, como los que mostraban que un solo paso puede separar la magia de la brujería.

"Frozen 2", a la que se acude con la natural precaución ante una secuela, no solo supone toda una sorpresa, sino que puede situarse, por derecho propio, por encima de la primera entrega. Hay que agradecérselo al arrojo de Chris Buck y Jennifer Lee, a su cautela para esperar seis años hasta llegar a esta segunda cita, y a su interés por explorar otros caminos en la historia de Elsa y Anna. A uno le queda por dentro el ruego de no intentarlo más veces, no sea que se estropee.



La película tiene un sorprendente y estimulante interés por explorar los temas del paso del tiempo y el peso del pasado. De hecho, se inicia con un 'flasback' en el que vemos a Elsa y Anna, aún niñas, junto con sus padres, los reyes, que relatan sendas historias. Su padre les hablará de un misterioso bosque en el que habitan los Noltuldra, que quedó misteriosamente sepultado por la niebla. Su madre, de un río mágico que contiene todas las respuestas, el Ahtohallan. Ambos serán los futuros escenarios de las aventuras que vivirán las hermanas adultas. Y quedará claro muy pronto que sus peripecias supondrán un viaje a los orígenes de Elsa.

La hacedora de hielo comienza a escuchar una extraña voz que, a la manera de un canto de sirena, reclama su presencia. Y allá que se van Elsa, Anna, Kristoff, el reno Sven y, por supuesto, el muñeco de nieve Olaf, a indagar en el misterio que rodea al bosque de los Noltuldra, vecino del reino, y en los misterios del pasado de Elsa y, más aún, de sus padres. Finalmente, descubrimos que "Frozen 2" habla de la autoaceptación, del pasado como creador del presente, y de que solo su admisión podrá servir para la lucha por el futuro. Elsa deberá reconciliarse con su propia historia, que incluirá algunas decepciones, sí, pero también la aprobación de las propias flaquezas. Y, como de refilón, también traza un dibujo sobre las traiciones del poder, solo combatibles mediante el compromiso y el afán de justicia.



En "Frozen 2", el sentido de lo aventurero gana la batalla a cualquier intención tenebrosa (el esquema narrativo es el de las viejas películas de aventuras), así como la conciencia de lo heroico, personificado en la historia de los padres de las hermanas y, en especial, en el personaje de Anna, el mejor trazado de la función y el verdadero protagonista de la historia, con un peso dramático y de incidencia en el relato que no alcanzan los demás personajes. El riesgo que asumen Jennifer Lee y Chris Buck queda patente en un guion que acumula peripecias, por descontado, pero que está construido, en cierto modo, para que frustre determinadas expectativas: tan pronto hace que los personajes formen un grupo, casi a la manera de la Comunidad del Anillo, como los separa en diferentes avatares cruzados que solo confluirán más adelante. Y tarda en enseñar sus claves, que se concretarán en una secuencia mágica, antológica, la que muestra el escenario de un teatro glacial habitado por las figuras de hielo en las que se han convertido los recuerdos (de nuevo la losa del paso del tiempo).

La obra exhibe, además, un trazo visual de asombroso detallismo (el retrato del bosque de los Noltuldra es portentoso), con una puesta en escena que combina travellings alucinados y trepidantes, grúas grandilocuentes y efectivos juegos con los encuadres, en busca de los contrastes visuales, pero que se detiene también en secuencias reposadas e íntimas, casi delicadas. Lee y Buck juegan a combinar lo tradicional con lo vanguardista y en sus imágenes, casi temerarias, se encuentra lo mejor que Disney ha dado en los últimos años.



No deja de resultar sorprendente que en una película familiar se vuelquen tantas reflexiones amargas que, claro, se les escaparán a los más pequeños. Y algunas de ellas vienen de quien menos se esperaba: de Anna, siempre rebelde ante la realidad que la rodea, era previsible, pero no del muñeco de nieve Olaf (el robaescenas por excelencia), que entre chistes y bromas se ve atacado también por el peso del transcurrir de la existencia ("el agua tiene memoria" será una de sus frases clave en el desarrollo de la trama) y se plantea su función en un mundo que ha visto desde fuera y del que ahora se siente partícipe, consciente del transcurrir del tiempo ("Todo esto tendrá sentido cuando sea mayor, algún día, cuando sea viejo y sabio", afirma en una de sus canciones). Por otra parte, cuando abraza su vena cómica, protagoniza un hallazgo divertidísimo, una secuencia impagable en la que resume, en un monólogo de apenas veinte segundos, todo el argumento de la primera película.

Ojalá muchas obras de imagen real tuvieran las aspiraciones de "Frozen 2" ("es una película de dibujos", seguirán asegurando algunos, desde su altivez o su ignorancia). Y también sus contundentes resultados. Y atención a las canciones de la película, porque al menos dos o tres de ellas tienen aires de convertirse en herederas de la magia de "Let It Go": la balada rockera con aires ochenteros "Lost in the Woods" tiene unos arreglos diabólicos; "Into the Unknown", una de las canciones de Elsa, es tan conmovedora como oscura, y "The Next Right Thing", que canta Anna, es un prodigio de sensibilidad.
Escrita por Miguel Ángel Palomo (FilmAffinity)
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