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El hotel a orillas del río

Drama Un poeta que se hospeda en un hotel de la ribera llama a sus dos hijos con los que no se reúne desde hace tiempo para que vayan a verle. Esta repentina decisión parece estar motivada por su extraña impresión de que va a morir en cualquier momento. Mientras la familia intenta ponerse al día, una mujer que ha sido engañada por su pareja se muda al hotel. Nada más llegar a su habitación, telefonea a un amigo para que se encuentre con ella. ... [+]
El cine irreductible de Hong Sang-soo
Hong Sang-soo ha filmado otra entrega de la película que lleva rodando desde 1996. Esta es una de las sentencias que esgrime la crítica respecto al cineasta surcoreano, la de que siempre hace la misma película. Y aunque, en muchas ocasiones, ciertas máximas ocultan mucho de pereza mental, algo de cierto hay en este caso. Como lo hay en la que afirma que Hong Sang-soo es "el Eric Rohmer" surcoreano. La referencia a Rohmer no es gratuita, ya que comparte muchas afinidades estilísticas y temáticas con Sang-soo, pero también se podría citar a Bergman, a Jean Eustache o a Philippe Garrel… O tal vez sean estos quienes ahora se estén pareciendo a Sang-soo. Más allá de juegos de espejos, sí se puede afirmar que estamos ante un artista dueño de un cine personal e íntimo que, además, se muestra tan irreductible en sus planteamientos estéticos como pertinaz en sus conflictos temáticos.

Hong Sang-soo acumula nada menos que 23 películas desde su debut en 1996, todo un ejemplo de voracidad tras la cámara. Y es uno de esos cineastas para los que la vida y el cine se difuminan en borrosas fronteras, como muestra su método de escritura de los guiones: "Prefiero escribir directamente en el lugar de rodaje. Escojo el lugar donde se va a ubicar la historia y el guion llega luego, en ese mismo lugar. A veces voy a las 5 de la mañana. Dos horas después, llegan mis asistentes y una hora después los actores. Luego, mi asistente, con una impresora portátil, saca el guion del día y se lo da al equipo y a los actores. Y 30 minutos después empezamos a rodar la primera escena". La inmediatez vital enlaza con la inmediatez cinematográfica.



No es de extrañar, pues, que para Sang-soo el estilo resulte innegociable. Jamás renuncia a una cierta plástica de lo cotidiano, a una simplicidad expresiva que, sin embargo, logra la máxima vehemencia emocional. Sus largos planos quizá estén vacíos de contenido narrativo explícito, pero acumulan emotividad porque, en sus manos, las anécdotas nimias alcanzan la categoría de experiencias universales en las que los personajes, siempre sufrientes, explotan su dolor interior.

El hotel que se alza a orillas del río Han se encuentra en un paisaje envuelto en la nieve. Un entorno tan inhóspito como el interior de los personajes de este drama. Rodado en unos pocos días, propone de nuevo otro puzzle de encuentros y desencuentros, un relato que acoge varias historias, como la de un viejo poeta que intuir que se asoma al fin de su existencia y cita en el hotel a sus dos hijos adultos, a los que hace años que abandonó; o la que vive en la habitación contigua, donde una joven consuela a una amiga que ha vivido una decepción amorosa. Personajes que laten en las imágenes de la película, cuyos devenires solo se cruzarán en ocasionales momentos.



Hong Sang-soo mira con cierto cariño a todos ellos y los abraza con su habitual estilo reposado, basado siempre en larguísimos planos que recogen escuetas conversaciones, momentos cotidianos marcados por la fugacidad de la existencia y de los sentimientos, ante los que Sang-soo da constantes rodeos para mirarlos desde distintos puntos de vista. Siempre con la renuncia al plano-contraplano como fundamental figura de estilo, con objeto de que la cámara recoja a todos los personajes en el mismo plano, sin cortes, una manera de atrapar el tiempo de la acción asimilado al tiempo real, pero también de crear secuencias en las que el espectador participe sin mediar ningún artificio cinematográfico y, además, un método de rodaje que permite la improvisación de los actores, siempre animada por el director.

Es el cine de un artista singular, complejo, quizá difícil. Pero conviene asomarse a las imágenes de "El hotel a orillas del río", tan sentidas, tan hondas. Y tan lejos del alboroto propuesto por buena parte del cine contemporáneo. Sí, puede que Hong Sang-soo lleve haciendo la misma película desde 1996, una obra-río que fluye dentro del mismo cauce, pero cuyas aguas nunca son las mismas.
Escrita por Miguel Ángel Palomo (FilmAffinity)
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