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Sordo

Thriller. Acción. Drama. Western Año 1944. Han pasado años tras la Guerra Civil Española, pero muchos maquis siguen escondidos combatiendo al franquismo. Uno de ellos es Anselmo, que se queda sordo tras una acción de sabotaje dentro de la llamada ‘Operación reconquista’. Escondido por los montes, acorralado por el ejército dirigido por el Capitán Bosch y ayudado por la mercenaria Darya Sergéevich, el silencio de su sordera será su acompañante y su espejo, pero sobre todo su enemigo. (FILMAFFINITY) [+]
Naturaleza sorda
Resulta que a veces los tópicos sí son ciertos, o por lo menos, en ellos se contiene cierta verdad que no debe ser ignorada. En este sentido, pocos chascarrillos deben haberse repetido tanto concerniendo a nuestro cine como el del peso fundamental que ha jugado (y sigue jugando) la Guerra Civil como motor creador de películas. Y sí, es un poco así. No en vano, dicho período histórico puede definirse como una de esas manchas en el historial colectivo que, a la fuerza, debe purgarse por algún lado u otro. Ahí es donde el cine, ya lo sabemos, entra para jugar su papel.

De lo que se trata, en la mayoría de casos, es de establecer el resultado en la contienda entre vencedores y vencidos, o si se prefiere, el punto exacto en el que se halla el discurso oficial con respecto a tan peliaguda materia. La memoria histórica, ni falta hace recordarlo, es esa asignatura pendiente, estemos donde estemos... pero especialmente en el segundo país del mundo con más desaparecidos y fosas comunes en su cuenta personal. Parece increíble; parece un cuento de terror... pero no es más que la realidad (incómoda, sin duda) en la que, nos guste o no, seguimos instalados.



Entonces, no es de extrañar que cada vez que decidamos abordar dicha temática, lo hagamos con la cautela (incluso con el miedo) de quien sabe que camina por un campo todavía plagado de minas. Debajo de nuestros pies están unos explosivos que esperan al más mínimo descuido para estallar, y hacernos volar en mil pedazos. Bien, pues supongamos que uno de esos incontables films que nutre el inabarcable corpus fílmico dedicado a la Guerra Civil, decide empezar, precisamente, celebrando el gusto incomparable que solo puede proporcionar el estar dentro del radio de impacto de una buena explosión.

El año es 1944, y los protagonistas de esta historia son una cuadrilla de maquis que, según rezan los títulos explicativos que acabamos de leer, están enfrascados en plena “Operación Reconquista”. Su misión (imposible) es recuperar el terreno, la libertad y la dignidad perdida a manos del bando franquista. El contexto lo conocemos de sobra... pero lo que está por venir, no. La incursión en la que andan metidos estos valientes soldados debe culminar con la voladura de un puente. Con la detonación de un cargamento de dinamita que, cuando finalmente se produce, lo hace de una manera totalmente inesperada.



Tanto, que se descubre como el inicio de la detonación de un espectáculo pirotécnico cuya naturaleza a ratos descaradamente lúdica, parecía prohibida por las convenciones de este por lo general muy cauteloso género. El puente maldito es borrado del mapa, y con él, desaparece también el sentido auditivo del protagonista, aguerrido guerrillero condenado, a partir de ahora, a vivir en el silencio mortificador resultante de la única compañía de sus propios fantasmas. Los títulos de crédito iniciales, por cierto, no se sabe si presentan a los actores, a los personajes ficticios... o si pretenden fundir un bando con el otro.

En cualquier caso, y ahí está lo interesante, lo hacen de un modo que, igualmente, parece querer fusionar la influencia visual de varios frentes. Por un lado, tenemos esas cámaras híper-lentas que nos recuerdan, por ejemplo, a Zack Snyder; por el otro, tenemos esa estilosa mezcla entre imágenes y música, que parece deudora directa de las enseñanzas de, pongamos, Quentin Tarantino. Todo esto, conviene no olvidarlo, para contarnos una historia que teóricamente debería estar constreñida por la seriedad impuesta por la Historia.



Pero no, Alfonso Cortés-Cavanillas deja claro, desde los primeras escenas, que su película va a estar mucho más cerca de la ensoñación (pueril), mucho antes que de la recreación. Lo cual tampoco implica, todo sea dicho, que el hombre se prive del gusto de recrearse en una serie de gestos que muy despreocupadamente delaten las intenciones juguetonas del conjunto. Los orígenes de éste los encontramos, recordemos, en el cómic de mismo título a manos de David Muñoz y Rayco Pulido, aunque a juzgar por el dibujo de ciertos personajes, tampoco podrían descartarse a genios del videojuego como Hideo Kojima entre las más que posibles fuentes de inspiración del proyecto.

‘Sordo’ se erige a partir de una base heterogénea, ya se ve, y también tremendamente inestable... para bien o para mal. Es esta mezcla aparentemente tan irreconciliable entre tonos, estilos y actitudes, la que hace que el film esté continuamente coqueteando con algo parecido al desastre. Pero es también este riesgo asumido el que distingue a la propuesta de aquellas con las que muy fácilmente se la podía emparentar. Esto, al fin y al cabo, no aspira a ser otra película sobre la (pos)Guerra, sino que juega a comportarse como un híbrido entre el thriller de venganza, el western crepuscular y, por qué no, el fantastique con toques de terror. En definitiva, como ese cine de género cuyo propósito, en el fondo, no es otro que el de adentrarse en los rincones más oscuros de la naturaleza humana.
Escrita por Víctor Esquirol (FilmAffinity)
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