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Hamada

Documental Un campo de minas y el segundo muro militar más grande del mundo separan a Sidahmed, Zaara y Taher de su patria, que sólo conocen a través de las historias que les cuentan sus padres. Ellos pertenecen al pueblo saharaui, una de las comunidades más olvidadas del mundo, abandonados en un campamento de refugiados en medio del desierto después de que Marruecos los expulsase del Sáhara Occidental hace más cuarenta años. Nuestros jóvenes ... [+]
La tragedia saharaui
El gallego Eloy Domínguez Serén acumula, pese a su juventud, una interesante carrera que incluye, entre otros trabajos, un notable mediometraje de ficción, "Jet Lag", y un excelente documental, "No Cow on the Ice", a medio camino entre el mediometraje y el largo (63 minutos), basado en vivencias propias y en el que relata la peripecia de un gallego emigrado a Suecia y sus experiencias para aprender una nueva lengua mientras trabaja en diferentes oficios y trata de emprender una carrera cinematográfica.

Su primer largo documental, "Hamada", nace, según sus propias palabras, de su experiencia en un campo de refugiados saharaui al que acudió como profesor voluntario de un taller de cine. El árido paisaje del Sáhara es el escenario en el que Domínguez se acerca al drama de un pueblo casi olvidado, que fue desplazado hace más de 40 años después de la anexión del antiguo Sáhara español por parte de Marruecos. Pero el cineasta no quiere asomarse a su historia desde una mirada trágica, sino desde la sonrisa que pueden provocar, en muchas ocasiones, las vidas y las peripecias de tres amigos, Zaara, Sidahmed y Taher, jóvenes saharauis que viven en un campamento de refugiados en el desierto de Argelia. Zaara está obsesionada por aprender a conducir (la políglota Zaara, que en busca de trabajo no tiene inconveniente en declarar en un taller "soy una experta en mecánica" cuando hemos asistido a su incapacidad para hacer funcionar un coche). Sidahmed es su incansable y paciente maestro, de quien pronto se intuirá que tiene mayores posibilidades para salir del desierto. El divertido Taher, por su parte, quiere encontrar a toda costa una pareja, una chica francesa, a ser posible.



"Hamada" muestra en su comienzo una de sus escenas más impactantes, el relato de un sueño (o una pesadilla) por parte de uno de los protagonistas, que representa con brillantez la angustia a la que se enfrenta un pueblo que vive en el exilio, en una tierra de nadie, en el vacío, representado en el sueño mediante la vastedad del desierto, donde el único movimiento que puede apreciarse es el de la arena de las gigantescas dunas, agitada por el viento.

Zaara, Sidahmed y Taher se significan pronto en este magnífico y sentido documental como arquetipos de tantos otros jóvenes que sueñan con escapar de un destino no elegido. Y Domínguez los retrata con mimo y con respeto, con afán comprometido, mientras muestra el día a día de la existencia en el campo de refugiados y recoge las aspiraciones de sus habitantes a un mundo más justo y a una autorrealización personal que, inevitablemente, ha de pasar por iniciar otra vida en otro lugar. Domínguez sabe ser al mismo tiempo didáctico y emocional, profundo y divertido, sin utilizar jamás el dictamen de quien está de paso, sino el de un camarada, el de quien ha compartido vida y anhelos con sus retratados antes de filmar un solo plano. También hace de "Hamada" un documental que agita conciencias, una obra que hurga en una herida sin cicatrizar y que no rehúye pedir responsabilidades. Resulta paradigmática la secuencia que muestra el trabajo de un colectivo de activistas que proyecta en el campo un documental en el que se explica a los niños, que permanecen con los asombrados ojos abiertos ante la pantalla, su propia historia de vejación y exilio.



Conmueven momentos de cine tan sencillos y, sin embargo, tan hondos, como el que recoge una conversación en la que, alternando español e inglés, Zaara intenta dibujar en la arena un mapa de Europa para informar a su amigo, o la secuencia que muestra cómo la joven conversa, por medio de mensajes de voz en un móvil, con el compañero que ha logrado salir del campo y que intenta abrirse camino lejos del desierto, en un nuevo lugar, en un nuevo mundo.

Desde la simplicidad expresiva, "Hamada" extrae toda la sensibilidad posible de su modesta, pero al tiempo gigantesca historia. Y exprime en sus imágenes toda la vitalidad, todo el jugo expresivo de un entorno que se hace palpable, concreto y veraz, convertido en materialidad fílmica gracias a una cámara que permanece fija en la mayor parte del metraje, una cámara tan respetuosa como militante que no necesita apenas moverse para capturar la vida.
Escrita por Miguel Ángel Palomo (FilmAffinity)
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