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Voto de cassavetes:
7
7,3
80.710
Comedia. Romance. Fantástico
Un escritor norteamericano algo bohemio (Owen Wilson) llega con su prometida Inez (Rachel McAdams) y los padres de ésta a París. Mientras vaga por las calles soñando con los felices años 20, cae bajo una especie de hechizo que hace que, a medianoche, en algún lugar del barrio Latino, se vea transportado a otro universo donde va a conocer a personajes que jamás imaginaría iba a conocer... (FILMAFFINITY)
14 de mayo de 2011
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí, presentan a los personajes de Medianoche en París que ya hemos visto en los últimos Allen (presentación que a su vez recuerdan a las de décadas pasadas). Ya tendrán carnaza con ello, pienso, los críticos más críticos del director de Recuerdos. O de La Rosa púrpura de El Cairo. O Manhattan. Si cito estas dos películas no es porque sí. Ah, pero antes de que aparezcan los personajes Allen nos ha situado en el inicio en una ciudad concreta, ya incluida en el título, y que para quien no haya caído. Una forma de comenzar que te transporta de forma y manera ineludible al mítico comienzo de Manhattan. Cambia NY por París y dime que no.
Sí, comienza la película dialogada y déjà vu. No lo niego. Sospechas de que volvemos hacia atrás, concretamente a Barcelona. Pero… llega el momento en que caen las primeras gotas sobre París y un dignísimo Owen Wilson (quien reconozco me suscitaba serias dudas antes de ver la película) abandona a su fiancée y los dos coñazos de futuros suegros y decide convertirse, bajo la lluvia, en un americano en París. Suenan las campanas de medianoche (¿Notre Dame?) y comienza un magical mistery tour.
Un viaje mágico y misterioso (y me encanta que para nada sea explícita su explicación, la magia de París, lo más bello del universo, se dice en un momento), viaje que conduce a Owen Wilson, un guionista cansado, escritor en ciernes, en busca de la inspiración en la ciudad de la luz (luz más de noche que de día) al Paris de la década de sus sueños, aquellos locos veinte. Es peligroso y fácil caer en spoilers. Y no quiero desentrañar, como he leído en críticas de diarios de postín, el meollo de lo que se genera en torno a Gil Pender, el nombre del Wilson escritor en el imaginario particular de Allen. Otro sosias de Allen, por cierto, uno más, la edad que no perdona.
Porque, como ya dije en alguna crítica de sus últimas películas, suena a historia que él mismo hubiera protagonizado años ha, porque, hay que decirlo otra vez, Medianoche en París recuerda a las películas que con ideas semejantes y que fueron, son, mejores: sus crisis existenciales (Recuerdos), el viaje interior al pasado (Rosa púrpura)… Así pues, sin caer en spoilers (abajo hay, imposible resistirse), la cinta comienza con un torrente de frases y diálogos de la casa (desde Shakespeare a la vanguardia veinteañera, y una maravillosa definición de la palabra nostalgia) y continúa cual Guadiana con esos viajes misteriosos, plagado de personajes hors categorie que ayudarán al personaje de Wilson a replantearse su vida sentimental tanto o más que la profesional. Personajes más afortunados unos que otros en esa revival histórico (spoiler 1).
Me gusta más París de noche que de día. De noche me lo paso mejor y Wilson creo que también. De noche conoce, vive, baila, besa, llueve. Me gusta París la nuit, la ciudad que visitaré en busca de coches de colección, de alguna rubia a la que le guste la lluvia, justo cuando suenen las campanas a medianoche (spoiler 2).
Sí, comienza la película dialogada y déjà vu. No lo niego. Sospechas de que volvemos hacia atrás, concretamente a Barcelona. Pero… llega el momento en que caen las primeras gotas sobre París y un dignísimo Owen Wilson (quien reconozco me suscitaba serias dudas antes de ver la película) abandona a su fiancée y los dos coñazos de futuros suegros y decide convertirse, bajo la lluvia, en un americano en París. Suenan las campanas de medianoche (¿Notre Dame?) y comienza un magical mistery tour.
Un viaje mágico y misterioso (y me encanta que para nada sea explícita su explicación, la magia de París, lo más bello del universo, se dice en un momento), viaje que conduce a Owen Wilson, un guionista cansado, escritor en ciernes, en busca de la inspiración en la ciudad de la luz (luz más de noche que de día) al Paris de la década de sus sueños, aquellos locos veinte. Es peligroso y fácil caer en spoilers. Y no quiero desentrañar, como he leído en críticas de diarios de postín, el meollo de lo que se genera en torno a Gil Pender, el nombre del Wilson escritor en el imaginario particular de Allen. Otro sosias de Allen, por cierto, uno más, la edad que no perdona.
Porque, como ya dije en alguna crítica de sus últimas películas, suena a historia que él mismo hubiera protagonizado años ha, porque, hay que decirlo otra vez, Medianoche en París recuerda a las películas que con ideas semejantes y que fueron, son, mejores: sus crisis existenciales (Recuerdos), el viaje interior al pasado (Rosa púrpura)… Así pues, sin caer en spoilers (abajo hay, imposible resistirse), la cinta comienza con un torrente de frases y diálogos de la casa (desde Shakespeare a la vanguardia veinteañera, y una maravillosa definición de la palabra nostalgia) y continúa cual Guadiana con esos viajes misteriosos, plagado de personajes hors categorie que ayudarán al personaje de Wilson a replantearse su vida sentimental tanto o más que la profesional. Personajes más afortunados unos que otros en esa revival histórico (spoiler 1).
Me gusta más París de noche que de día. De noche me lo paso mejor y Wilson creo que también. De noche conoce, vive, baila, besa, llueve. Me gusta París la nuit, la ciudad que visitaré en busca de coches de colección, de alguna rubia a la que le guste la lluvia, justo cuando suenen las campanas a medianoche (spoiler 2).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Spoiler 1: Impagable ese Hemingway de pega, gran Cole Porter y sus canciones, divertido Buñuel, Dalí, no tanto Belmonte, regular Picasso, y sí a Gertrude Stein)
Spoiler 2: El futuro encarnado en la rubia vendedora del puesto de música que conoce a Cole Porter por los discos que le acaban de llegar, futuro que comienza de nuevo bajo la lluvia, en compañía del americano de París.
Y no me quiero olvidar del gran chiste sobre el detective desaparecido que aparace en la corte de algún Luis de Francia: "creo que me equivoqué de camino".
Spoiler 2: El futuro encarnado en la rubia vendedora del puesto de música que conoce a Cole Porter por los discos que le acaban de llegar, futuro que comienza de nuevo bajo la lluvia, en compañía del americano de París.
Y no me quiero olvidar del gran chiste sobre el detective desaparecido que aparace en la corte de algún Luis de Francia: "creo que me equivoqué de camino".