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España España · Madrid
Voto de Charles:
6
Ciencia ficción Una epidemia ha acabado con casi toda la humanidad, y Ann se ha visto forzada a ocultarse en el bosque. Acostumbrada al aislamiento y a un entorno salvaje, no sabe cómo reaccionar cuando Chris y Olivia se cruzan en su camino. Para Ann, matar a infectados y huir permanentemente es mucho más fácil que relacionarse, de nuevo, con alguien. (FILMAFFINITY)
5 de abril de 2017
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La contención salvaje de la que hace gala 'Here Alone' nos arrastra desde la primera imagen.
Una mujer se lava el barro de su cuerpo desnudo, en un lago rodeado por un paisaje invernal que cala hasta los huesos.
No queda humanidad aquí, se la llevó la pandemia.

Porque sí, esta es otra historia de pandemia.
Pero da la casualidad de que ese es el último tema del que quiere hablar: los rabiosos devoradores de carne están lejos, fuera de la vista, son problemas circunstanciales.
Nosotros nos quedamos con Ann y su inabarcable silencio, mientras los días se deslizan entre labores recolectoras e intentos de no llamar la atención. Cuando solo se recuerda un tipo de vida, resulta muy fácil asimilarla.

Pero los silencios están para romperse: Ann se encuentra un día de manera casual a Chris y su hija Olivia, casi cuando apenas puede recordar un rostro humano.
Sus personalidades chocan en la medida que lo hacen sus formas de vida (Chris tiene una hija por la que vivir, Ann ha olvidado ese concepto) pero también hay algo más, algo incrustado en la conciencia de la solitaria superviviente, que no para de salir a flote con sus nuevos inquilinos.
Ann se siente culpable, eso es, culpable, de que ellos traigan esperanzas y deseos en lo que antes era un respetuoso silencio por los muertos.

Ella incluso empieza a recordar su matrimonio pasado, atravesado por los primeros indicios de infección, y casi que se puede notar el leve deje de envidia que profesa a un padre y una hija que todavía pueden reírse de algo. El rostro de Lucy Walters contrae esas emociones e intenta asimilarlas, las más de las veces dejando un vacío de interesantes profundidades.
Porque ella se conformó con "ir tirando", y nunca valoró la posibilidad de vivir de verdad. Y es duro que te muestren que se puede, cuando ya no te queda nada.

La convivencia acaba haciendo el cariño y, como siempre se dice, tres personas son multitud.
Ann podrá decir que Chris es bueno haciéndole olvidar su triste realidad, pero se olvida de que también hace lo mismo para su hija, que ve alejarse su único faro de calidez en un mundo que es todo yermo helado.
Y el momento más interesante tiene a Ann planteándose qué quiere olvidar, y si merece la pena cargar a un padre y una hija con la responsabilidad de su perdón.

Incluso en la nada, se quiere seguir teniéndolo todo: un refugio, una vida, aunque no nos pertenezca.
Pocas veces en estas historias se da uno cuenta, de que el apocalipsis interior es tanto o más importante que el exterior.
Charles
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