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Voto de Daniel:
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Documental
Documental que sigue al chef Massimo Bottura mientras prepara platos gourmet para los mas necesitados, con comida que sobró de la Expo Milán 2015. (FILMAFFINITY)
27 de julio de 2019
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Este documental parece más una redención de la alta cocina, conocida por su mal aprovechamiento de recursos alimenticios, que un documental que nos concientize sobre la gente en situación de indigencia.
A Massimo Bottura se le ocurrió la brillante idea de reutilizar los desechos de la Expo Milán 2015 para alimentar a los pobres, pero se le olvidó la parte más importante, alimentarlos.
Se ve como chefs internacionales y acreedores de estrellas Michelín cocinan platos artísticos, pero que quedan pobres en su función de nutrir. Las porciones son tan pequeñas que me hacen dudar si los indigentes que fueron a comer aya realmente quedaron saceados. Además, el documental muestra tan grandioso el proyecto, que hacen dudar si se trata de un acto totalmente desinteresado de Bottura, o si es simplemente un acto de egocentrismo para acaparar la atención de los medios.
Lo que hace más dudar es que en el comedor asiste realmente poca gente, según lo que se puede observar, en situación de calle. Hay refugiados, hombres afeitados, ancianos jubilados, y solo conté realmente como indigentes a la pareja inicial que vivía en la estación de tren, que extrañamente eran obesos, a dos amigos, donde uno rechazo una tortilla de maíz para el camino, y el jordiano que vino a estudiar a Italia, pero que abandonó, el resto no denota en su cuerpo las pericias de una vida sufrida.
Lo rescatable de este documental está en lo que uno puede comprender de los indigentes. Algunos que, aunque saben que de las limosnas es la única forma que tienen de sobrevivir, no lo aceptan totalmente. Otros que aunque podrían optar por vivir con mayor comodidad, prefieren vivir con absoluta libertad. Y esto hace reflexionar sobre que tal vez, la indigencia sea una elección de algunos, que prefieren vivir sin las cadenas de la sociedad, pero con un pie adentro de ella.
A Massimo Bottura se le ocurrió la brillante idea de reutilizar los desechos de la Expo Milán 2015 para alimentar a los pobres, pero se le olvidó la parte más importante, alimentarlos.
Se ve como chefs internacionales y acreedores de estrellas Michelín cocinan platos artísticos, pero que quedan pobres en su función de nutrir. Las porciones son tan pequeñas que me hacen dudar si los indigentes que fueron a comer aya realmente quedaron saceados. Además, el documental muestra tan grandioso el proyecto, que hacen dudar si se trata de un acto totalmente desinteresado de Bottura, o si es simplemente un acto de egocentrismo para acaparar la atención de los medios.
Lo que hace más dudar es que en el comedor asiste realmente poca gente, según lo que se puede observar, en situación de calle. Hay refugiados, hombres afeitados, ancianos jubilados, y solo conté realmente como indigentes a la pareja inicial que vivía en la estación de tren, que extrañamente eran obesos, a dos amigos, donde uno rechazo una tortilla de maíz para el camino, y el jordiano que vino a estudiar a Italia, pero que abandonó, el resto no denota en su cuerpo las pericias de una vida sufrida.
Lo rescatable de este documental está en lo que uno puede comprender de los indigentes. Algunos que, aunque saben que de las limosnas es la única forma que tienen de sobrevivir, no lo aceptan totalmente. Otros que aunque podrían optar por vivir con mayor comodidad, prefieren vivir con absoluta libertad. Y esto hace reflexionar sobre que tal vez, la indigencia sea una elección de algunos, que prefieren vivir sin las cadenas de la sociedad, pero con un pie adentro de ella.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Los únicas dos personas que sintetizaron realmente el problema es el jordiano, que cuenta como se sintió objetivizado en ese ambiente, y que como no quería vivir con la incertidumbre de saber si el comedor existirá después de la expo, decidió irse. Después te enteras que en verdad no era indigente porque tiene un auto propio, pero que no lo maneja por no tener seguro. Y el chef peruano Gaston Acurio, que nos ilumina diciendo que el desperdicio parte en la granja, en el mercado, mucho antes de llegar a la cocina.