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Voto de TOM REGAN:
8
7.1
961
Serie de TV. Drama
Miniserie de TV (2016). 4 episodios. Una adaptación de "Raíces" de Alex Haley, que relata la historia de un esclavo africano vendido a Estados Unidos y sus descendientes. (FILMAFFINITY)
25 de julio de 2016
14 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
133/16(20/07/16) Notable miniserie estadounidense de cuatro episodios de hora y media cada uno, adaptación del best-seller homónimo de Alex Haley de 1976, que la cadena ABC ya adaptó en 1977. La televisión USA era muy diferente en 1977, en enero de aquel año, una miniserie sobre la esclavitud negra en el país, basada en esta novela de Alex Haley sobre sus propios antepasados, era considerada por la cadena, un desastre en potencia, tan grande que se emitió a toda prisa en ocho días consecutivos. Se temía que en los tiempos en los que la tele, noticias aparte, era un entretenimiento para no calentarse la cabeza, este tema tan escabroso del llamado "pecado original" de toda una nación fuera a espantar a los televidentes. El resultado fue opuesto: un tremendo éxito de crítica y público que fue cogiendo carrerilla e importancia de acontecimiento social durante toda la semana, y para cuando se emitió el último episodio, treinta y seis millones de personas estaban haciendo lo mismo todos a la vez: ver en directo qué le pasaba al bisnieto de Kunta Kinte. Esa 'Part VIII' es aún hoy, y probablemente lo sea ya siempre, el tercer episodio de ficción más visto en la historia de la televisión norteamericana, ganando nueve Emmys y un Globo de Oro. Han pasado 39 años desde la original, y esta nueva versión ha sido alimentada con una gran depurada investigación, se ha sido más puristas en los acontecimientos, sabiendo refrescar y dar nuevos enfoques al relato aportando riqueza y profundidad que hacen atractiva la serie, aun habiendo visto la anterior. Es la historia de tres generaciones desde su África natal como mandinga los Kinte, su paso a tener que ser esclavos en el Sur USA, hasta que tras la Guerra de Secesión fue abolida la esclavitud.
Una atractiva serie, que da momentos emocionantes, que te hace reflexionar sobre el pasado, sobre el racismo, sobre los prejuicios, sobre la lucha por los derechos del ser humano, sobre como el hombre es un lobo para el hombre, nos habla del valor de la familia, de la amistad, de la justicia social, de los sacrificios, de la mezquina condición humana. Con guiones sugerentes delinean con solidez a los personajes, con lo que empatizamos con ellos, no hace clichés acartonados de los personajes, los matiza y los hace humanos, saben exponer el vergonzante universo que fue el esclavismo (aunque aún existe en muchos lugares), lo hacen valientemente pues muestran que hubo negros que estuvieron aprovechándose de vender negros para la esclavitud, exhiben con crudeza el retorcimiento moral de la los esclavistas, su brutalidad, su sadismo, y es que la serie no nos priva de imágenes de enorme salvajismo, como latigazos, violaciones, amputaciones, ahorcamientos, masacres sangrientas, secuencias necesarias para que sintamos las humillaciones y vejaciones que sufrían estos infelices esclavos. Es un tratamiento minimalista de la esclavitud, no intentan mostrar las motivaciones de el poderío de la raza blanca, apoyado muchas veces en el estrangulamiento de la religión, es una odisea en la que seguimos la evolución generacional de una familia, de cómo deben las distintas descendencias adaptarse a la situación, entrelazándolo con situaciones sugerentes que te dan un fresco impactante del modo de vida en este microuniverso.
Cada episodio tiene un director diferente, el primero es realizado por el australiano Philip Noyce (“Calma total”), refleja con gran naturalismo la épica odisea de Kunta Kinte, con tres marcados escenarios, la selvática África, el barco negrero, y la esclavista Virginia, una labor loatoria de conmover al espectador, de los espacios abiertos de la libertad, a la claustrofobia física y existencial que empieza a sufrir el protagonista en el barco, al choque atroz en América cuando quieren “domarlo”, con el ya mítico “Mi nombre es Kunta”. El segundo capítulo es dirigido por el afroamericano Mario Van Peebbles (“New Jack City”), comienza a hacer aflorar las nuevas generaciones de los Kinte, de cómo deben ir aceptando su nuevo sino, el escenario se templa. El tercer episodio es dirigido por Thomas Carter (“Coach Carter”), aparece el electrizante “Pollo” George, nieto de Kunta, creciendo el complejo antagonismo con su “dueño” Tom Lea, hay lugar para el vibrante mundo de las peleas de gallos, lo que se puede entender como una especie de alegoría sobre el esclavismo, animales entrenados para matarse entre sí, o sea blancos viendo a negros como seres irracionales a los que se puede adiestrar a voluntad propia, según guste. El cuarto y último episodio es realizado por Bruce Beresford (“Paseando a Miss Daisy”), es el ocaso del mundo de la esclavitud, estalla la Guerra Civil estadounidense, vemos una tremebunda batalla basada en hechos reales, lo que se dio en llamar la Masacre de Pillow, donde decenas de negros alistados con los unionistas fueron matados sumariamente, buenos momentos se mezclan con otros chirriantes, concluyendo con un lírico final.
Un lienzo donde no falta una brillante puesta en escena rodándose en el estado USA de Louisiana, en St. Francisville y Rural Life Museum de Baton Rouge, con sus decadentes mansiones, con sus plantaciones, los ríos, los bosques, la escalofriante recreación del viaje en barco negrero, todo de un tremendo realismo, realzados los escenarios por la fenomenal fotografía de Peter Menzies Jr. (“La Jungla de Cristal III”, “El increíble Hulk” o “Furia de Titánes”), y Sharome Meir (“Coach Carter” o “Whiplash”), resaltando el color verde esperanza, moviéndose con fuerza dramática en la semioscuridad, añadiendo efusivos primeros planos llenos de expresividad. La música de Alex Heffes (“El último rey de Escocia” o “La sombra del poder”), y Philip Miller (“La chica” o “Atrapa el fuego”), aportando vibrantes melodías de coros.
Una atractiva serie, que da momentos emocionantes, que te hace reflexionar sobre el pasado, sobre el racismo, sobre los prejuicios, sobre la lucha por los derechos del ser humano, sobre como el hombre es un lobo para el hombre, nos habla del valor de la familia, de la amistad, de la justicia social, de los sacrificios, de la mezquina condición humana. Con guiones sugerentes delinean con solidez a los personajes, con lo que empatizamos con ellos, no hace clichés acartonados de los personajes, los matiza y los hace humanos, saben exponer el vergonzante universo que fue el esclavismo (aunque aún existe en muchos lugares), lo hacen valientemente pues muestran que hubo negros que estuvieron aprovechándose de vender negros para la esclavitud, exhiben con crudeza el retorcimiento moral de la los esclavistas, su brutalidad, su sadismo, y es que la serie no nos priva de imágenes de enorme salvajismo, como latigazos, violaciones, amputaciones, ahorcamientos, masacres sangrientas, secuencias necesarias para que sintamos las humillaciones y vejaciones que sufrían estos infelices esclavos. Es un tratamiento minimalista de la esclavitud, no intentan mostrar las motivaciones de el poderío de la raza blanca, apoyado muchas veces en el estrangulamiento de la religión, es una odisea en la que seguimos la evolución generacional de una familia, de cómo deben las distintas descendencias adaptarse a la situación, entrelazándolo con situaciones sugerentes que te dan un fresco impactante del modo de vida en este microuniverso.
Cada episodio tiene un director diferente, el primero es realizado por el australiano Philip Noyce (“Calma total”), refleja con gran naturalismo la épica odisea de Kunta Kinte, con tres marcados escenarios, la selvática África, el barco negrero, y la esclavista Virginia, una labor loatoria de conmover al espectador, de los espacios abiertos de la libertad, a la claustrofobia física y existencial que empieza a sufrir el protagonista en el barco, al choque atroz en América cuando quieren “domarlo”, con el ya mítico “Mi nombre es Kunta”. El segundo capítulo es dirigido por el afroamericano Mario Van Peebbles (“New Jack City”), comienza a hacer aflorar las nuevas generaciones de los Kinte, de cómo deben ir aceptando su nuevo sino, el escenario se templa. El tercer episodio es dirigido por Thomas Carter (“Coach Carter”), aparece el electrizante “Pollo” George, nieto de Kunta, creciendo el complejo antagonismo con su “dueño” Tom Lea, hay lugar para el vibrante mundo de las peleas de gallos, lo que se puede entender como una especie de alegoría sobre el esclavismo, animales entrenados para matarse entre sí, o sea blancos viendo a negros como seres irracionales a los que se puede adiestrar a voluntad propia, según guste. El cuarto y último episodio es realizado por Bruce Beresford (“Paseando a Miss Daisy”), es el ocaso del mundo de la esclavitud, estalla la Guerra Civil estadounidense, vemos una tremebunda batalla basada en hechos reales, lo que se dio en llamar la Masacre de Pillow, donde decenas de negros alistados con los unionistas fueron matados sumariamente, buenos momentos se mezclan con otros chirriantes, concluyendo con un lírico final.
Un lienzo donde no falta una brillante puesta en escena rodándose en el estado USA de Louisiana, en St. Francisville y Rural Life Museum de Baton Rouge, con sus decadentes mansiones, con sus plantaciones, los ríos, los bosques, la escalofriante recreación del viaje en barco negrero, todo de un tremendo realismo, realzados los escenarios por la fenomenal fotografía de Peter Menzies Jr. (“La Jungla de Cristal III”, “El increíble Hulk” o “Furia de Titánes”), y Sharome Meir (“Coach Carter” o “Whiplash”), resaltando el color verde esperanza, moviéndose con fuerza dramática en la semioscuridad, añadiendo efusivos primeros planos llenos de expresividad. La música de Alex Heffes (“El último rey de Escocia” o “La sombra del poder”), y Philip Miller (“La chica” o “Atrapa el fuego”), aportando vibrantes melodías de coros.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El elenco actoral cumple con creces. Malaquías Kirby como Kunta Kinte dota a su protagonista de carisma, de personalidad y de profundidad, en un conmovedor arco de desarrollo, enalteciendo la rebeldía ante la ignominia, ante el avasallamiento, ante la vileza humana, con una morada de hondura que deja entrever emociones, brillante; Jonathan Rhys Meyers compone a un villano tridimensional, con hondura, con grietas que dejan ver cariño, radiante en su marcada personalidad despótica-paternalista con sus esclavos; Forest Whitaker inunda la pantalla con su poderío emocional, emitiendo toda una gama de sentimientos que llegan al espectador; Anika Noni Rose como Kizzy, radiante en su viscerabilidad, en su arrojo, en su determinación, tiene la complicada tarea de reflejar muchas décadas y lo hace con veracidad; Regé-Jean Page está espléndido como “Pollo” George, un volcán en erupción, de una verborrea formidable, con don de gentes, derrochando simpatía, excelente; James Purefoy notable en su dueño de plantación, demostrando flema y mesura arrogante; Anna Paquin aparece en el último capítulo haciendo un papel un tanto plano; Laurence Fishburne hace un cuasi-cameo como el propio escritor Alex Haley; Hay más actores, pero para mí estos son los más destacados.
Spoiler:
Momentos recordables: El estremecedor tramo en el barco negrero, con el momento del intento de motín; Los latigazos a Kunta para que reniegue de su nombre y acepte el de esclavo, angustioso; El capataz de Kunta Kinte “No se puede comprar un esclavo. Hay que hacer un esclavo "; Cuando tras varios intentos de fuga Kunta es apresado y como castigo le cortan medio pie, desgarrador; Cuando Kunta en símbolo de estar manteniendo las tradiciones de su tierra natal hace su particular “bautismo” con su hija, por la noche presenta en alto a su bebé recién nacido al estrellado cielo y dice "He aquí, la única cosa que es más grande que tú."; El trémulo momento en que a Kunta lo separan de su familia, el carro yéndose de la finca y el tirado en el suelo llorando; Las dos peleas de pollos en que en la primera “Pollo” George gana su libertad y en la segunda, por la codicia de su “amo” pierde no solo la libertad ganada si no que es llevado a miles de kilómetros de su familia en Inglaterra; El ahorcamiento de Nancy Holt, zozobrante; La matanza de los sudistas contra negros unidos a los yankis en Fort Pillow; “Pollo” George dando un sentido y enervado discurso ante tropas unionista para que refugien a él y a su hijo Tom de grupos escindido de los confederados; El poético final con Alex Haley, descendiente séptima generación de Kunta Kinte, se une a oníricamente a varias generaciones de antepasados.
La batalla de Fort Pillow me ha parecido escenificada de un modo muy pobre, muy forzada, falta de realismo, como con escasos medios, y mal utilizados, con el broche del tiroteo bastante tosco hacia los negros, lo lógico hubiera sido que los separaran, a blancos y negros y después haberlos tiroteado, no con unos entre los otros, no tiene sentido. El final de la serie, con “Pollo George” matando en defensa de su hijo Tom al hijo de la plantación donde estaban como esclavos me resulta muy artificiosa, por mucho que la esclavitud hubiera terminado, el racismo seguía imperando, si esto hubieras pasado “Pollo” como poco hubiera sido linchado, han querido colarnos un acto vengativo donde no pegaba, chirría.
Serie recomendable a los que gusten de rememorar un pasado oscuro de nuestro mundo “moderno”, ello con una historia que no te dejará indiferente y te hará pensar. Fuerza y honor!!!
Crítica sesgada por el límite de caracteres, ver íntegra en: http://tomregan.blogspot.com/2016/07/roots.html
Spoiler:
Momentos recordables: El estremecedor tramo en el barco negrero, con el momento del intento de motín; Los latigazos a Kunta para que reniegue de su nombre y acepte el de esclavo, angustioso; El capataz de Kunta Kinte “No se puede comprar un esclavo. Hay que hacer un esclavo "; Cuando tras varios intentos de fuga Kunta es apresado y como castigo le cortan medio pie, desgarrador; Cuando Kunta en símbolo de estar manteniendo las tradiciones de su tierra natal hace su particular “bautismo” con su hija, por la noche presenta en alto a su bebé recién nacido al estrellado cielo y dice "He aquí, la única cosa que es más grande que tú."; El trémulo momento en que a Kunta lo separan de su familia, el carro yéndose de la finca y el tirado en el suelo llorando; Las dos peleas de pollos en que en la primera “Pollo” George gana su libertad y en la segunda, por la codicia de su “amo” pierde no solo la libertad ganada si no que es llevado a miles de kilómetros de su familia en Inglaterra; El ahorcamiento de Nancy Holt, zozobrante; La matanza de los sudistas contra negros unidos a los yankis en Fort Pillow; “Pollo” George dando un sentido y enervado discurso ante tropas unionista para que refugien a él y a su hijo Tom de grupos escindido de los confederados; El poético final con Alex Haley, descendiente séptima generación de Kunta Kinte, se une a oníricamente a varias generaciones de antepasados.
La batalla de Fort Pillow me ha parecido escenificada de un modo muy pobre, muy forzada, falta de realismo, como con escasos medios, y mal utilizados, con el broche del tiroteo bastante tosco hacia los negros, lo lógico hubiera sido que los separaran, a blancos y negros y después haberlos tiroteado, no con unos entre los otros, no tiene sentido. El final de la serie, con “Pollo George” matando en defensa de su hijo Tom al hijo de la plantación donde estaban como esclavos me resulta muy artificiosa, por mucho que la esclavitud hubiera terminado, el racismo seguía imperando, si esto hubieras pasado “Pollo” como poco hubiera sido linchado, han querido colarnos un acto vengativo donde no pegaba, chirría.
Serie recomendable a los que gusten de rememorar un pasado oscuro de nuestro mundo “moderno”, ello con una historia que no te dejará indiferente y te hará pensar. Fuerza y honor!!!
Crítica sesgada por el límite de caracteres, ver íntegra en: http://tomregan.blogspot.com/2016/07/roots.html