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Voto de Enoc:
9
7.6
697
Drama
Una campesina se esfuerza al máximo para que su hijo pueda recibir en Tokio una buena educación. Algunos años después, lo va a visitar, dando por supuesto que será feliz y tendrá una buena posición social. Pero, nada más llegar, se encuentra con la triste realidad: su hijo, que está casado, es profesor de la escuela nocturna y vive sumido en la miseria. (FILMAFFINITY)
1 de agosto de 2008
23 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película me parece una fiel representación del sino japonés. Ozu tiene la capacidad de no filmar una película sino retratar la historia de unas personas reales, que efectivamente vivieron lo que vivieron y él estaba ahí para filmarlo. Dicho de otra manera, maravilloso guión, historia y actuaciones.
La historia y las actuaciones te acarician profundamente, aunque es difícil entrar a la película por esta costumbre occidental de hablar demasiado y moverse tanto, una vez que uno entiende ese modo japonés de contener el cuerpo y guardar silencio, de esperar y reflexionar antes de hablar y actuar, entonces uno puede dejarse ir por la película. De una sutileza y contundencia maravillosa. Una verdadera obra de arte. Me hizo sentir el mismo vacío en el alma como cuando termine de ver “Ladrón de bicicletas” de Vittorio de Sica, “Nosotros los pobres” de Ismael Rodríguez o “Las tortugas también vuelan” de Bahman Ghobadi. La recomiendo encarecidamente, pero también recomiendo cambiar el reloj interno de occidental a japonés para poderse dejar cautivar. No es que la película sea muy larga (87 minutos), pero sus minutos pasan a lo japonés.
La historia y las actuaciones te acarician profundamente, aunque es difícil entrar a la película por esta costumbre occidental de hablar demasiado y moverse tanto, una vez que uno entiende ese modo japonés de contener el cuerpo y guardar silencio, de esperar y reflexionar antes de hablar y actuar, entonces uno puede dejarse ir por la película. De una sutileza y contundencia maravillosa. Una verdadera obra de arte. Me hizo sentir el mismo vacío en el alma como cuando termine de ver “Ladrón de bicicletas” de Vittorio de Sica, “Nosotros los pobres” de Ismael Rodríguez o “Las tortugas también vuelan” de Bahman Ghobadi. La recomiendo encarecidamente, pero también recomiendo cambiar el reloj interno de occidental a japonés para poderse dejar cautivar. No es que la película sea muy larga (87 minutos), pero sus minutos pasan a lo japonés.