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Voto de Lafuente Estefanía:
9
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Western
En la época de la fiebre del oro, a un poblado minero de Montana llega Joe Frail (Gary Cooper), un extraño y contradictorio médico sobre el que parece pesar un oscuro pasado. Tras el asalto de unos bandoleros a la diligencia, la única superviviente resulta ser una inmigrante suiza (Maria Schell) que, a causa de una insolación, se queda ciega. De cuidarla hasta que recupera la vista se ocupará Frail. (FILMAFFINITY)
9 de febrero de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Impresionante inicio. Por los acantilados de un poblado minero llega el Dr. Joseph Frail (Cooper) mientras suena uno de los temas musicales más escuchado en la historia del cine. Algo así como "Johnny Guitar", pero con una caja de instrumentos médicos en lugar de la guitarra. Al pasar bajo un árbol seco del que pende una soga lee un cartel que avisa: "Todo campamento debe tener un árbol para ahorcar".
Pronto se aprecia que Doc arrastra un pasado oscuro. Compra una casa por 500 dólares en monedas de oro, pero rechaza la mujer india que le ofrece el vendedor por un solo dólar. ¡El mismo precio que tiene un huevo en el colmado del lugar!
Cuelga el cartel profesional en la puerta y manda anunciar su llegada: "¡Ya tenemos médico! ¡El Dr. Frail ha abierto consulta y asiste día y noche!" Los pacientes no tardarán en llegar.
Tampoco tarda mucho la competencia. Una especie de brujo visionario, George Grubb (Scott), con poderes especiales para curar con las manos que lo acusa de carnicero y de ser el diablo.
Y es que la cinta, a través de sus personajes, constituye una espléndida muestra de las pasiones humanas. Mientras el joven Rune (Piazza), el asistente de Doc, representa la bondad ingenua, el histriónico Frenchy Plante (Malden) es la avaricia, la "fiebre del oro". Al fondo la masa popular, embrutecida, manipulable, ovina ... dispuesta a seguir ciega al que más grita.
Hay también dos mujeres importantes, Edna Flaunce (Gregg), la tendera alcahueta de pérfidas intenciones. Y Elizabeth Mahler (Schell), una delicada joven que llega desde Suiza en una diligencia que atracan los bandidos y que sufre un aparatoso accidente que le hace perder la vista. Tratada por Doc y por Rune conseguirá de momento suavizar sus caracteres, aunque no podrá evitar que descargue el drama que se está gestando en el seno de aquella sociedad.
Y es que estamos, efectivamente, ante un auténtico drama ambientado en el mundo minero con el árbol del ahorcado amenazante en lo alto de la colina.
Guion intenso y realización volcada en los personajes cuyas personalidades brillan como ascuas. El análisis del grupo humano que se presenta es para nosotros lo mejor de la cinta. A la altura de las grandes interpretaciones de los protagonistas. Aparte, por supuesto, de la oscarizada banda sonora.
Tenemos un médico en el centro del reparto y hay que destacar también la buena asesoría técnica que comentamos in extenso en la zona spoiler.
Resumiendo, un western algo atípico pero entre los mejores del género. No se lo pierdan.
Pronto se aprecia que Doc arrastra un pasado oscuro. Compra una casa por 500 dólares en monedas de oro, pero rechaza la mujer india que le ofrece el vendedor por un solo dólar. ¡El mismo precio que tiene un huevo en el colmado del lugar!
Cuelga el cartel profesional en la puerta y manda anunciar su llegada: "¡Ya tenemos médico! ¡El Dr. Frail ha abierto consulta y asiste día y noche!" Los pacientes no tardarán en llegar.
Tampoco tarda mucho la competencia. Una especie de brujo visionario, George Grubb (Scott), con poderes especiales para curar con las manos que lo acusa de carnicero y de ser el diablo.
Y es que la cinta, a través de sus personajes, constituye una espléndida muestra de las pasiones humanas. Mientras el joven Rune (Piazza), el asistente de Doc, representa la bondad ingenua, el histriónico Frenchy Plante (Malden) es la avaricia, la "fiebre del oro". Al fondo la masa popular, embrutecida, manipulable, ovina ... dispuesta a seguir ciega al que más grita.
Hay también dos mujeres importantes, Edna Flaunce (Gregg), la tendera alcahueta de pérfidas intenciones. Y Elizabeth Mahler (Schell), una delicada joven que llega desde Suiza en una diligencia que atracan los bandidos y que sufre un aparatoso accidente que le hace perder la vista. Tratada por Doc y por Rune conseguirá de momento suavizar sus caracteres, aunque no podrá evitar que descargue el drama que se está gestando en el seno de aquella sociedad.
Y es que estamos, efectivamente, ante un auténtico drama ambientado en el mundo minero con el árbol del ahorcado amenazante en lo alto de la colina.
Guion intenso y realización volcada en los personajes cuyas personalidades brillan como ascuas. El análisis del grupo humano que se presenta es para nosotros lo mejor de la cinta. A la altura de las grandes interpretaciones de los protagonistas. Aparte, por supuesto, de la oscarizada banda sonora.
Tenemos un médico en el centro del reparto y hay que destacar también la buena asesoría técnica que comentamos in extenso en la zona spoiler.
Resumiendo, un western algo atípico pero entre los mejores del género. No se lo pierdan.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Como Johnny con su guitarra cuando cabalga entre barrenos para visitar a Vienna, así se presenta también Doc Frail pero con un maletín negro, "Medecin & Cirurgien", con el instrumental del oficio.
Su primera intervención será la extracción de una bala. ¿Cuál podía ser si no? Con limpieza, pulcramente, saca el proyectil y venda al herido. Lo veremos luego examinando a una niña que padece desnutrición aguda que remedia con la leche que le regala ante la pobreza de sus padres, atendiendo parturientas, sajando forúnculos con un bisturí previamente pasado por la llama o preparando su propios medicamentos con drogas que tritura en el mortero, como hace con cierto bálsamo para hidratar y nutrir las manos ajadas por el trabajo.
En su despacho se ven libros de medicina, un granatario para pesar los productos medicinales y anaqueles repletos de frascos y de pequeñas botellas.
Pero su paciente más especial será Elizabeth. Accidentada, pasa varios jornadas a la intemperie expuesta al frío de la noche y al intenso sol del día. Rescatada, sedienta y ciega, le administrarán el agua a pequeños sorbos para evitar que la vomite. Su aspecto es desolador, "Más le valía haber muerto", comentará alguno. Pero para eso está Doc.
Con una improvisada litera la llevarán a su consulta. Como primera providencia Rune ha untado con grasa las grandes quemaduras de "segundo grado" que le ha provocado el sol en la cara y en los brazos. Buena idea para evitar que prosiga la deshidratación.
La primera medida del doctor será lavar con agua limpia todas las heridas y aplicar bálsamos, la segunda vendar convenientemente los ojos, la tercera proporcionarle una alimentación suave y nutritiva.
En los cuidados se turnan Doc y Rune. Más adelante lavan las heridas y la inflamación de los labios con infusiones antisépticas de te.
Pero el verdadero problema está en los ojos. La exposición solar ha producido lo que se llama queratitis solar o fotoqueratitis, una lesión en las capas externas de la córnea que dejan expuestas y desprotegidas las terminaciones nerviosas.
Los síntomas primeros son irritación en los ojos, picazón o visión borrosa, pero se puede llegar perfectamente a la pérdida total de la visión como le sucede a Elizabeth. El tratamiento que sigue Doc es impecable, limpieza, calmantes, refrescar los ojos con paños húmedos y fríos, pero sobre todo alejarlos de la luz manteniéndolos en la oscuridad cubiertos con vendas por completo.
La enferma mejora y llega el momento de comprobar el estado de la vista después del reposo. Se hace la oscuridad en la sala y se enciende tenuemente la luz de una lámpara, se retiran las vendas protectoras y se aplica de nuevo en los ojos paños de agua fría. Por fin la joven abre los ojos. "No veo nada. Apenas una lucecita moviéndose en la niebla". "Ya ve usted más que muchos otros", responderá Doc.
Su primera intervención será la extracción de una bala. ¿Cuál podía ser si no? Con limpieza, pulcramente, saca el proyectil y venda al herido. Lo veremos luego examinando a una niña que padece desnutrición aguda que remedia con la leche que le regala ante la pobreza de sus padres, atendiendo parturientas, sajando forúnculos con un bisturí previamente pasado por la llama o preparando su propios medicamentos con drogas que tritura en el mortero, como hace con cierto bálsamo para hidratar y nutrir las manos ajadas por el trabajo.
En su despacho se ven libros de medicina, un granatario para pesar los productos medicinales y anaqueles repletos de frascos y de pequeñas botellas.
Pero su paciente más especial será Elizabeth. Accidentada, pasa varios jornadas a la intemperie expuesta al frío de la noche y al intenso sol del día. Rescatada, sedienta y ciega, le administrarán el agua a pequeños sorbos para evitar que la vomite. Su aspecto es desolador, "Más le valía haber muerto", comentará alguno. Pero para eso está Doc.
Con una improvisada litera la llevarán a su consulta. Como primera providencia Rune ha untado con grasa las grandes quemaduras de "segundo grado" que le ha provocado el sol en la cara y en los brazos. Buena idea para evitar que prosiga la deshidratación.
La primera medida del doctor será lavar con agua limpia todas las heridas y aplicar bálsamos, la segunda vendar convenientemente los ojos, la tercera proporcionarle una alimentación suave y nutritiva.
En los cuidados se turnan Doc y Rune. Más adelante lavan las heridas y la inflamación de los labios con infusiones antisépticas de te.
Pero el verdadero problema está en los ojos. La exposición solar ha producido lo que se llama queratitis solar o fotoqueratitis, una lesión en las capas externas de la córnea que dejan expuestas y desprotegidas las terminaciones nerviosas.
Los síntomas primeros son irritación en los ojos, picazón o visión borrosa, pero se puede llegar perfectamente a la pérdida total de la visión como le sucede a Elizabeth. El tratamiento que sigue Doc es impecable, limpieza, calmantes, refrescar los ojos con paños húmedos y fríos, pero sobre todo alejarlos de la luz manteniéndolos en la oscuridad cubiertos con vendas por completo.
La enferma mejora y llega el momento de comprobar el estado de la vista después del reposo. Se hace la oscuridad en la sala y se enciende tenuemente la luz de una lámpara, se retiran las vendas protectoras y se aplica de nuevo en los ojos paños de agua fría. Por fin la joven abre los ojos. "No veo nada. Apenas una lucecita moviéndose en la niebla". "Ya ve usted más que muchos otros", responderá Doc.