19 de noviembre de 2014
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Si algo nos ha quedado claro por los atentados del 11 de Septiembre es que Estados Unidos tiene un grave problema de seguridad. Pero los problemas de los gringos, así como la ropa sucia, se lava en casa.
Michael Moore hizo su debut en las grandes ligas de los documentalistas con una obra que perturba y sugiere más de lo que muestra. Así como reza su prólogo del porque en Estados Unidos mueren al año 11 000 personas por causa de armas de fuego, los datos inquietantes salen por oxigeno propio.
La psicología del origen del documental incita al espectador norteamericano a un pensamiento en común ¿en serio están más seguros mis hijos con armas por toda la calle?
En el resto del mundo el documental funciona de otra manera, quizá por la misma capacidad argumentativa de Moore al realizar su investigación, se puede visionar de diversas aristas para denunciar un problema de carácter moral.
Como extranjeros criticamos los modelos de seguridad que tienen en su país, y ellos como conciudadanos observan de manera intolerante cada vez que sucede una tragedia, producto de una mente mal encaminada.
La culpa se la echan a los videojuegos, a las películas violentas y a la presencia de satán en el núcleo familiar, pero jamás se le había observado desde la óptica de las leyes aprobadas por el mismo gobierno.
Estados Unidos vive con miedo, pero les da miedo decirlo, así que cada vez que aparece un panfleto de denuncia, el sueño americano se tambalea, últimamente más a menudo.
Bowling for Columbine mantiene al espectador tan horrorizado como alarmado, el panorama luce desalentador, pero se sigue presumiendo de una casa que guarda el polvo debajo de la alfombra. God Bless America.
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