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Voto de TOM REGAN:
6
7,2
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Thriller. Intriga
Danny Ocean es un carismático ladrón que, tan sólo 24 horas después de cumplir una larga condena en prisión, ya está planeando su próximo delito. Su objetivo: realizar el mayor atraco de casinos de la historia. Para ello formará un equipo de once hombres, cada uno de ellos el mejor en su campo. Sin embargo surgirá un problema inesperado: el dueño de los locales, Terry Benedic, está saliendo con Tess, su exmujer. (FILMAFFINITY)
22 de diciembre de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
425/18(22/12/21) Con motivo del 20 Aniversario del estreno (05/12/2001) de esta popular cinta, la he vuelto a revisionar, y es de esas películas donde el continente es mucho más que el contenido. Film con más fama que calidad, es este (eso sí, entretenido) ‘heist’ dirigido por Steven Soderbergh y guionizado por Ted Griffin (“Los impostores”), siendo un remake de una película de 1960 protagonizada por el conocido como el Rat Pack (grupo de amigos del mundillo de la actuación y la música, capitaneado por Frank Sinatra, con Dean Martin, Sammy Davis Jr., Peter Lawford, Angie Dickinson, o Joey Bishop entre ellos), que ya de por sí no era ni de lejos una cinta buena. En la original los ladrones (de guante blanco) eran unos veteranos de la WWII, aquí son unos buscavidas; en la original pasaban desapercibidos, y aquí el dueño del emporio ‘casinal’ se cosca desde el inicio de que algo pasa; los cinco casinos del robo original (el Sahara, el Riviera, el Flamingo, el Desert Inn y el Sands) ahora son tres. Sorprendentemente, la película específica y filma en casinos reales (el Mirage, el MGM Grand y el Bellagio) e incorpora la destrucción del Desert Inn.
Danny Ocean (George Clooney), recién salido de la cárcel y ansioso por un nuevo trabajo. Es un buen operador que, según sus notas de la junta de libertad condicional, figuró en una docena de investigaciones en las que nunca fue acusado. Contacta a su antiguo compañero Rusty Ryan (Brad Pitt) con un plan para robar millones no de uno, sino de tres casinos de Las Vegas. Para ello deberán penetrar en la caja fuerte- bóveda, ubicada a 200 pies bajo tierra, contiene efectivo cubre todas las fichas en juego en los tres casinos del hotel: el Bellagio, el Mirage y el MGM Grand, propiedad de Benedict (Andy García). En la noche en cuestión, cuando una pelea por el campeonato de peso pesado traerá muchos grandes apostadores a la ciudad, se espera que las tenencias asciendan a $ 150 millones.
Por lo menos supera esta del SXXI a la original, lo cual no es decir mucho, haciendo Soderbergh un film ameno, pero tan ligero como una brisa pasajera, donde los personajes son arquetipos sin alma, siendo su punto fuerte el gran reparto, quedando este en un desfile de caras conocidas que van desde lo cumplidor (Brad Pitt, George Clooney o Matt Damon), a lo insulso (Julia Roberts, en un papel mujer-florero, sin pasión alguna), pasando por lo histriónico (Andy García), por lo desaprovechado (Casey Affleck, Scott Caan, Eddie Jemison y Don Cheadle), lo pintoresco (Shaobo Qin y sus acrobacias), incluso o el pasaban por allí (Bernie Mac). Habiendo lugar para algún mínimo oasis en las frescas actuaciones de los veteranos Elliott Gould y Carl Reiner, siendo su narración con un ritmo cansino en su primera mitad, con los prolegómenos de cómo van eligiendo los líderes del atraco a los integrantes con el clásico (ya desde la magna “Rififi”) de cada uno ser especialista en una lid, el entrenamiento, todo esto un tanto a trancas y barrancas, pero cuando entramos en el núcleo del atraco el ritmo se acelera de modo frenético, desplegándose todo un arsenal de disfraces, simulaciones, gadgets, acrobacias, muchos giros (sorpresa), donde la tecnología tendrá crucial importancia, pero sobre todo el factor azar, o sobre todo el elemento trampa hacia el espectador.
Un repertorio de trampantojos sin fin, donde nada es lo que parece, una danza de los atracadores con epicentro en un casino con su bóveda caja fuerte, donde el humor se dará la mano con la acción, y ello regado con mucho humor, pero donde la tensión e intensidad serán entre nulos e inexistentes, los problemas que surjan se resuelven de modo naif, y el final se ve venir desde mi casa a Las Vegas. La cinta no deja de ser un pasatiempo trivial, un producto comercial hecho para aprovechar el punch comercial de su gran elenco, una cinta despreocupada, una gamberrada de efímero calado, donde las estrellas hacen de eso mismo, luciendo palmito, sonrisa profident, gestos de pasarela, bonitos trajes, ello con papeles glamurosos, en medio de escenarios lujosos, y siempre con una buena frase que decir, roles con los que es fácil empatizar por su carisma. Teniendo entre sus temas livianos la exaltación de la amistad, el amor, la venganza, o el intentar hacer lo que te gusta.
Termina y si acaso me queda esa imagen del grupo observando las famosas fuentes del Bellagio mientras suena el “Clair de lune” de Debussy. También es apreciable la fotografía de Peter Andrews (pseudónimo del propio Steven Soderbergh), inundando las secuencias de un acogedor brillo, con mucho granulado, realzando los rostros y los lustrosos escenarios; Como bonita es la partitura del norirlandés David Holmes (“Out of sight”), con melodías jazzísticas que se adaptan al tono distendido del film de maravilla. Asimismo suenan temas de gente tan reputada como Quincy Jones, Elvis Presley, o Liberace.
Danny Ocean (George Clooney), recién salido de la cárcel y ansioso por un nuevo trabajo. Es un buen operador que, según sus notas de la junta de libertad condicional, figuró en una docena de investigaciones en las que nunca fue acusado. Contacta a su antiguo compañero Rusty Ryan (Brad Pitt) con un plan para robar millones no de uno, sino de tres casinos de Las Vegas. Para ello deberán penetrar en la caja fuerte- bóveda, ubicada a 200 pies bajo tierra, contiene efectivo cubre todas las fichas en juego en los tres casinos del hotel: el Bellagio, el Mirage y el MGM Grand, propiedad de Benedict (Andy García). En la noche en cuestión, cuando una pelea por el campeonato de peso pesado traerá muchos grandes apostadores a la ciudad, se espera que las tenencias asciendan a $ 150 millones.
Por lo menos supera esta del SXXI a la original, lo cual no es decir mucho, haciendo Soderbergh un film ameno, pero tan ligero como una brisa pasajera, donde los personajes son arquetipos sin alma, siendo su punto fuerte el gran reparto, quedando este en un desfile de caras conocidas que van desde lo cumplidor (Brad Pitt, George Clooney o Matt Damon), a lo insulso (Julia Roberts, en un papel mujer-florero, sin pasión alguna), pasando por lo histriónico (Andy García), por lo desaprovechado (Casey Affleck, Scott Caan, Eddie Jemison y Don Cheadle), lo pintoresco (Shaobo Qin y sus acrobacias), incluso o el pasaban por allí (Bernie Mac). Habiendo lugar para algún mínimo oasis en las frescas actuaciones de los veteranos Elliott Gould y Carl Reiner, siendo su narración con un ritmo cansino en su primera mitad, con los prolegómenos de cómo van eligiendo los líderes del atraco a los integrantes con el clásico (ya desde la magna “Rififi”) de cada uno ser especialista en una lid, el entrenamiento, todo esto un tanto a trancas y barrancas, pero cuando entramos en el núcleo del atraco el ritmo se acelera de modo frenético, desplegándose todo un arsenal de disfraces, simulaciones, gadgets, acrobacias, muchos giros (sorpresa), donde la tecnología tendrá crucial importancia, pero sobre todo el factor azar, o sobre todo el elemento trampa hacia el espectador.
Un repertorio de trampantojos sin fin, donde nada es lo que parece, una danza de los atracadores con epicentro en un casino con su bóveda caja fuerte, donde el humor se dará la mano con la acción, y ello regado con mucho humor, pero donde la tensión e intensidad serán entre nulos e inexistentes, los problemas que surjan se resuelven de modo naif, y el final se ve venir desde mi casa a Las Vegas. La cinta no deja de ser un pasatiempo trivial, un producto comercial hecho para aprovechar el punch comercial de su gran elenco, una cinta despreocupada, una gamberrada de efímero calado, donde las estrellas hacen de eso mismo, luciendo palmito, sonrisa profident, gestos de pasarela, bonitos trajes, ello con papeles glamurosos, en medio de escenarios lujosos, y siempre con una buena frase que decir, roles con los que es fácil empatizar por su carisma. Teniendo entre sus temas livianos la exaltación de la amistad, el amor, la venganza, o el intentar hacer lo que te gusta.
Termina y si acaso me queda esa imagen del grupo observando las famosas fuentes del Bellagio mientras suena el “Clair de lune” de Debussy. También es apreciable la fotografía de Peter Andrews (pseudónimo del propio Steven Soderbergh), inundando las secuencias de un acogedor brillo, con mucho granulado, realzando los rostros y los lustrosos escenarios; Como bonita es la partitura del norirlandés David Holmes (“Out of sight”), con melodías jazzísticas que se adaptan al tono distendido del film de maravilla. Asimismo suenan temas de gente tan reputada como Quincy Jones, Elvis Presley, o Liberace.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El guión tiene parte de su fuerte en unos buenos diálogos, ingeniosos algunos, con elementos mordaces ejemplo el que mantiene, Clooney y la Roberts, cargado de sentido screw-ball incisivo.
Ella: "Eres un ladrón y un mentiroso"
Él: "Solo mentí sobre ser un ladrón"
Ella: "Ya no haces eso?"
Él: "Robar?"
Ella: "Mentir"
Esto de los diálogos, en contrapartida con una ejecución de atraco que se cree más inteligente de lo que es, donde todo discurre de modo mecánico, sin contratiempos, todo tan medido como destensado, para en su conclusión sentirme ataráxico. Aunque tiene un surtido cuantioso de personajes, con el epítome de los 11, en realidad solo tiene protagonismo Clooney, y un poquito Pitt (este llega a cuasi-desaparecer durante el atraco, y Damon, de hecho solo compite en tiempo en pantalla George con Andy García (este en un papel de villano pomposo caricaturesco en su pose de malo malísimo).
En la película original aparecían Dickinson y Henry Silva, a modo de guiño en esta aparecen fugazmente entre la multitud durante la pelea entre Lennox Lewis-Wladimir Klitschko que ocurre la noche del robo.
Tras su estreno, la película fue un éxito de taquilla, la quinta más taquillera de 2001, con una recaudación mundial de 450 millones de dólares. Soderbergh dirigió dos secuelas más, Ocean's Twelve en 2004 y Ocean's Thirteen en 2007, que componen la Ocean's Trilogy. Ocean's 8, spin-off con un elenco principal femenino, se lanzó en 2018.
Spoiler:
Que el argumento está cogido con pinzas es un hecho, como que después del día viene la noche. Ejemplo es que Danny sabía que Terry lo llevaría con sus guardias a un cuarto del casino, donde un matón tatuado le daría hasta en el DNI, pero oh, sorpresa! El matón estaría del lado de Danny (¿?). Para que quede constancia del compadreo, Danny le pregunta al aporreador por su mujer. Ah, como Danny prevé todo esto, además sabe que donde lo llevarían es a una habitación con conexión con el lugar que él quería para infiltrarse. Más que previsor, Danny tiene una bola del futuro! Por cierto, con el tiempo que se pasa Danny en la habitación con el matón, resulta poco lógico que aun respire cuando llega Terry, y no que solo tiene algún moraito y Nada de sangre; Ah, al final todo es que la banda de Danny se hagan pasar por SWAT y con ello infiltrarse en la bóveda y llevarse la plata, con lo cual llego a la conclusión de que todo el plan sofisticado es un enorme McGuffin.
Momento divertido es cuando el personaje encarnado por Don Cheaddle observa por la tele en su habitación de hotel como demuelen el Desert Inn, ello mientras vemos detrás de él, por la ventana ocurre esto mismo, pero en vivo.
Me queda un producto escapista con un precioso envoltorio, pero con poca sustancia, donde esos sí, los intérpretes parecen habérselo pasado muy bien. Fuerza y honor!!!
Ella: "Eres un ladrón y un mentiroso"
Él: "Solo mentí sobre ser un ladrón"
Ella: "Ya no haces eso?"
Él: "Robar?"
Ella: "Mentir"
Esto de los diálogos, en contrapartida con una ejecución de atraco que se cree más inteligente de lo que es, donde todo discurre de modo mecánico, sin contratiempos, todo tan medido como destensado, para en su conclusión sentirme ataráxico. Aunque tiene un surtido cuantioso de personajes, con el epítome de los 11, en realidad solo tiene protagonismo Clooney, y un poquito Pitt (este llega a cuasi-desaparecer durante el atraco, y Damon, de hecho solo compite en tiempo en pantalla George con Andy García (este en un papel de villano pomposo caricaturesco en su pose de malo malísimo).
En la película original aparecían Dickinson y Henry Silva, a modo de guiño en esta aparecen fugazmente entre la multitud durante la pelea entre Lennox Lewis-Wladimir Klitschko que ocurre la noche del robo.
Tras su estreno, la película fue un éxito de taquilla, la quinta más taquillera de 2001, con una recaudación mundial de 450 millones de dólares. Soderbergh dirigió dos secuelas más, Ocean's Twelve en 2004 y Ocean's Thirteen en 2007, que componen la Ocean's Trilogy. Ocean's 8, spin-off con un elenco principal femenino, se lanzó en 2018.
Spoiler:
Que el argumento está cogido con pinzas es un hecho, como que después del día viene la noche. Ejemplo es que Danny sabía que Terry lo llevaría con sus guardias a un cuarto del casino, donde un matón tatuado le daría hasta en el DNI, pero oh, sorpresa! El matón estaría del lado de Danny (¿?). Para que quede constancia del compadreo, Danny le pregunta al aporreador por su mujer. Ah, como Danny prevé todo esto, además sabe que donde lo llevarían es a una habitación con conexión con el lugar que él quería para infiltrarse. Más que previsor, Danny tiene una bola del futuro! Por cierto, con el tiempo que se pasa Danny en la habitación con el matón, resulta poco lógico que aun respire cuando llega Terry, y no que solo tiene algún moraito y Nada de sangre; Ah, al final todo es que la banda de Danny se hagan pasar por SWAT y con ello infiltrarse en la bóveda y llevarse la plata, con lo cual llego a la conclusión de que todo el plan sofisticado es un enorme McGuffin.
Momento divertido es cuando el personaje encarnado por Don Cheaddle observa por la tele en su habitación de hotel como demuelen el Desert Inn, ello mientras vemos detrás de él, por la ventana ocurre esto mismo, pero en vivo.
Me queda un producto escapista con un precioso envoltorio, pero con poca sustancia, donde esos sí, los intérpretes parecen habérselo pasado muy bien. Fuerza y honor!!!