Serie de cuatro episodios de una hora sobre el asesinato de un repartidor de pizza en Londres. Carey Mulligan interpreta a la detective de la policía metropolitana Kip Glaspie, encargada de resolver el caso.

La serie tiene virtudes, pero también serios defectos que la sitúan lejos de la excelencia. A favor, su corta duración, su rapidez a la hora de desarrollar la trama, el interés de la misma, y el carisma de Carey Mulligan.

En contra, todo lo demás. Algún critico comenta el feminismo militante de esta obra, y no va desencaminado, porque ciertamente no hay ningún personaje masculino positivo. Ninguno. Y me parece un poco exagerado. El militar violador, el anciano explotador, el jefe cínico, el obispo hipócrita y falaz, el compañero desleal, el espía manipulador y prepotente, el político mujeriego e irresponsable, el pizzero traficante, los matones turcos... es que no se salva ni uno, oiga, ni uno!

En fin, lo anterior se podría soslayar si la trama fuera fuerte y estuviera bien fundada, pero es que ahí reside el mayor pecado de la serie. Se muestran muchas situaciones para componer un retrato coral que desenfoca totalmente el objeto de la obra, que es la trama policíaca (supongo). El rollo de la pastora con la asiática, a santo de que viene? y el obispo? los problemas del político con su ex-mujer, que aportan? y sus líos con la líder de su partido? la trama de la droga? etc etc. Nada, no aportan nada, solo desorden. Y al final se resuelve todo porque se decide a hablar una señora. Para este viaje, eran necesarias esas alforjas? decididamente, no.

Así y todo la serie es interesante. Y Carey Mulligan es muy buena. Sin embargo, al director/guionista hay que exigirle mucha mas concentración y propósito, porque el resultado final esta bastante deslavazado. Debería entender la regla básica que cada minuto de metraje tiene un valor, y si este no es positivo ni aporta, entonces es que es negativo y lastra.