Decía Confucio que cuando algo parece mierda, tiene el color de la mierda y huele como la mierda lo más probable es que sea mierda.

Esto es exactamente lo que le pasa a esta película, efectivamente es tan mala como parece, pero no sólo eso, sino que encima se intenta vender una especie de mensaje de crítica a la deshumanización de los mass media.

Lo que pasa es que Scott Wiper no es Peter Weir, Steve Austin no es Jim Carrey y desde luego esto no es el "Show de Truman". Lo que sí es, es una tomadura de pelo gigante perpetrada por cuatro amiguetes con pretensiones.

Y no, por más ritmo de videoclip que se ponga, por más música nu-metal y por más Vinnie Jones que salga no se mejora este infumable producto. Quizás deberían haberle preguntado algo al maestro Takeshi Kitano sobre violencia cruda, porque aquí está todo tan estilizado que no resulta ni creible ni angustioso.
Y lo que es peor, en ningún momento se siente empatía alguna por ninguno de los personajes; la sensación que transmite es la de "me importa un huevo lo que les pase a cada uno de ellos".

Quizás lo más acertado es el título, más que nada porque sin pretenderlo le da un toque irónico al film; sí los que sufrimas la condena somos nosostros, los que la hemos visto.

Lo mejor: Pero hay algo bueno?
Lo peor: Que no sólo sea mala sino tenga ínfulas de importancia.