Si no fuera porque sus películas no tienen ni la más mínima gracia habría que considerar al bueno de Brett Leonard como un duro competidor del maestro Uwe Böll. Comparten los dos ese gusto exquisito por lo bizarro y por saber arruinar cualquier planteamiento interesante con una dirección que borda lo absurdo y delirante.

Y es que el planteamiento de "Feed", a pesar de volver a la tan trillada historia del psicópata asesino, no dejaba de ser atrayente por su orginalidad y además suponer una nueva vuelta de tuerca al género.

La lástima es que su plasmación visual suponga una aberración tras otra. Con un cartel de actores lamentables, un guión inconsistente por no decir inexistente, Leonard nos brinda un cúmulo de despropósitos empeñándose en confundir ambiente malsano con repugnancia, dinámica de lo trepidante con una cámara presa del parkinson y todo bien adornado con una banda sonóra que se compone de excelentes canciones, todas puestas a destiempo y a un volumen atronador que más que enmarcar la acción la sumergen en el más absoluto de los ridículos.

Es evidente que no es lo mismo ver a Montserrat Caballé en la cama, tragando grasa por un embudo que verla cantando en el Liceo, pero tampoco se pedía tal grado de excelencia al film. Me hubiera conformado con que no se me revolvieran las tripas ya no por sus escenas desagradable, sino por la intolerable falta de tino y competencia en la dirección.

Lo mejor: Lo interesante de la propuesta
Lo peor: El despropósito que sigue a continuación.