Una escena que me cautivó especialmente de la película, y que creo que es la que hace que gane mucho, es cuando el personaje de la mujer discapacitada (interpretada por Alexandra Lamy), le confiesa a su hermana que sabe que Jocelyn (Franck Dubosc) no es un discapacitado real, y que lo ha sabido siempre.
"¿Quieres saber porqué sé que no es un discapacitado? Porque yo, sí lo soy."
Es un momento tan conmovedor, el pensar en la desesperación de una mujer (o de cualquier otra persona) que desea ser amada pero que por unas circunstancias dadas tiene más complicaciones que el resto, que en ese momento no me encontré cómodo conmigo mismo.
Aunque a las comedias las dotamos de ciertas licencias para una serie de surrealismos que nos ofrezcan situaciones divertidas, hubiéramos estado más que dispuestos a "tragarnos" que ella se había creído su farsa y que él en algún momento confesaría y le odiaría y más tarde se perdonarían.
Pero no.
Ella siempre lo ha sabido.
Y aunque la duela, quiere disfrutar.
Quiere vivir.
Quiere amar.
Una película tan graciosa como bonita.
No se la pierdan.