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España España · http://www.koult.es/ Castellón
Voto de Migue Muñoz:
8
Romance. Drama Un hombre y una mujer se conocen en un pequeño pueblo italiano del sur de la Toscana. Él es un escritor inglés que ha ido para dar una conferencia. Ella es una galerista francesa. (FILMAFFINITY)
29 de octubre de 2010
80 de 105 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ahora que ha llegado a las pantallas españolas Copia certificada se habla en demasía de la referencia básica de Kiarostami a la hora de estructurar la película: las múltiples resonancias a la vivencia en pareja de 'Te querré siempre' de Roberto Rossellini y el concepto de palimpsesto o la capacidad absoluta de su autor por rizar el rizo y cuestionarse los límites por los que fluye no solo la narración cinematográfica sino el propio concepto de arte y su continua renovación. ¿Cuál es el origen de toda elaboración artística? ¿De dónde proviene la autenticidad de una obra? ¿Radica en el arte griego o en el Renacimiento algún punto de inicio donde todo vuelve a reciclarse?

El relato por el cual transcurren los cuerpos y las voces de los personajes interpretados por Juliette Binoche y William Shimmel (barítono inglés en su primer papel como actor) nos narra el encuentro fortuito, o no, de esta pareja que nunca llegamos a saber ciertamente si son unos desconocidos pasando un día en la Toscana, un matrimonio con casi dos décadas de relación o ambos estados sentimentales al mismo tiempo. Kiarostami ha ido con este ensamblaje un paso más allá en su filmografía al utilizar a una profesional de la talla de Binoche junto a lo que es habitual en sus películas: los actores no profesionales; además de rodar fuera de su Irán natal e irse a Italia para manejar un tinglado discursivo donde se mezclan en un mismo diálogo hasta tres idiomas distintos: inglés, italiano y francés.

Su puesta en escena peculiar: llena de planos secuencias y de raccords mínimos se hace de nuevo patente en secuencias magistrales como las del paseo en automóvil, así como sus ganas de innovar con el dispositivo fílmico se palpan en los inquietantes planos-contraplanos en las mesas del café y el restaurante; Kiarostami nos mira de frente a través de sus personajes, nos vemos reflejados como si nosotros fuésemos el espejo dónde estos mismos se miran y nos plantea dudas tan inquietantes como la mínima diferencia que existe entre el descubrimiento del enamoramiento o la descomposición de una pareja (paralelismos que este año cinematográfico nos ha mostrado la alemana Maren Ade con Entre Nosotros, o el francés Benoit Jacquot con Villa Amalia).

Juliette Binoche demuestra su valía interpretativa en un tour de force repleto de femineidad y fragilidad, de entusiasmo hastiado por la frialdad concienzuda de su partenaire, dibujándonos en pantalla las huellas de resonancias artísticas ajenas y propias al propio cine de Kiarostami. Una copia de la copia de la que nunca sabremos ciertamente de donde radica lo que se ha borrado y lo que realmente existe como nuevo. Una restauración del alma y de la conciencia de la que vemos la superficie pero con la que entramos en un juego donde hay que descubrir aquello que conservan sus huellas.
Migue Muñoz
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