A la película le cuesta poner al espectador en situación porque dispersa su atención con la presencia de muchos personajes antes de que la acción propiamente dicha comience a desarrollarse.
Además el guión deja aspectos poco claros y ofrece una visión sesgada e incompleta de los hechos y eso no favorece la credibilidad de una historia de por sí intrincada.
La fotografía es magnífica y la interpretación de D. Suchet resulta irreprochable pero a H. Poirot no le queda más remedio que atusarse el mostacho con cierto aire de escepticismo cuando expone las claves del misterio.