Decir que Coffin Baby es una buena película sería engañarles.
Está mal rodada, peor dirigida e interpretada. Pero tiene una serie de virtudes que los aficionados a la serie B de verdad valorarán como yo en extremo.
Para empezar, su descarado homenaje a la Dalia Negra es maravilloso. El gore es absolutamente de lujo y sin ningún tipo de mesura. La mezcla de formatos, del granillo ochentero al digital puede desconcertar y realmente se podría haber aprovechado mucho más, pero encandila. Y básicamente el serial killer convence, asusta y mola a partes iguales.
El mayor lastre que arrastra es la interpretación de muestra escolar de teatro de la mayoría del elenco. La hermana desquiciada y secuestrada es para pegarle una paliza y meterla en un ciclo formativo de por vida para mantenerla lo más alejada del cine posible. Luego pulula por ahí el ángel otrora buenorro de Embrujadas con cara cartoniana fruto del exceso de rayos uva y los años, que no pasan en balde.
Como secuela de La matanza de Toolbox de Hooper poco tiene que ver con aquella...
Pero olvidando sus defectos es una peli que recomendaría encarecidamente a todo hermano friki degustador de pelis baratas porque ni que decir tiene, lo he pasado pipa.
Lo mejor: Sus dos primeros minutos teletransportadores al cine negro de verdad, el de los 50.
Lo peor: La "protagonista". El pretendidamente ofensivo toque incestuoso.
Aprovecho para volver a reivindicar a mi amado Brian De Palma y su Black Dahlia como una de las mejores en su género. Eso sí, tengan cuidado y no la confundan con la de Ulli Lommel o no me lo perdonarán de por vida...
Los créditos finales son un diez.
Olé.