Los habitantes de Villa Pez aparecen con una canción que hace presentir un musical de poca –pero muy poca– monta. Afortunadamente, el film decide no seguir en esa línea y apostar por un relato narrado de manera tradicional, lo cual es un acierto. Al ser una producción sencilla, las tonadillas deficientes no ayudan a pasar por alto las carencias de la animación.

La técnica no puede compararse a la de cintas de Pixar como Buscando a Dory. Aunque se puedan encontrar ciertas semejanzas en la historia, el 3D de El arco mágico dista mucho del que se usó para dar vida a Dory, Nemo y sus amigos.

Entrando más a fondo en el contenido, resulta curioso el número de subtramas que se intentan resolver al margen del hilo principal. Por un lado corrupción, por otro una desaparición, entre medias una historia romántica… Y todo esto mientras unos villanos intentan conquistar la ciudad y hay que solucionar unos enigmas mágicos. Esta mezcla puede distraer a los niños y confundirlos, o quizá, simplemente, no lleguen a captar estas crónicas simultáneas.

Los personajes, de vez en cuando, hacen referencia a películas como Star Wars o bromas más elaboradas que van dirigidas a adultos, pero que son prescindibles para los más pequeños. Fuera de eso, la audiencia más experimentada no encontrará ningún aliciente en este largometraje.

De todos modos, a pesar de la simplicidad general, los protagonistas son simpáticos y cercanos, con lo que es fácil empatizar con ellos y entender su mensaje. La idea más importante que se transmite –a veces de manera bastante directa y evidente– es que hay que confiar en uno mismo y perseguir los sueños. Dejando de lado las insuficiencias de la película, su propósito es elogiable y se consigue de manera eficaz.

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