Los dibujos animados pueden transmitirnos sensaciones tan dignas y conmovedoras como cualquier otro arte gráfico, o más incluso. Así ha ocurrido por décadas con los dibujos creados y producidos por The Walt Disney Company, y este es un ejemplo más. Recuerdo que en el año en que esta película fue estranada en España, las imágenes de la india Pocahontas lucían en todo lo habido y por haber, desde los simples cuadernos para la escuela hasta los envoltorios de cualquier tipo de comida, también que miles y miles de familias con sus hijos vieron este film y que a millones de personas sensibilizó. ¿Y por qué? Porque además de ser bonitos dibujos de animación, cuentan una historia de amor, y el amor, por más que les pese a algunos a los que les parece una ñoñería o una debilidad o una ensoñación sub-intelectual, el amor no deja de ser la energía más poderosa del universo, la que le hace pronunciar al Capitán Smith, el joven protagonista enamorado de la preciosa nativa Pocahontas: "Mírame a los ojos, preferiría morir mañana que vivir cien años sin haberte conocido".

No cabe duda, que el amor es el Milagro de todos los milagros, lo que transforma las vidas insípidas en celestiales, lo que hace brotar de lo perdido la ganacia más hermosa del existir conocido, incluso el amor es aquello que nos impulsa a salir de nuestros círculos convencionales y adentrarnos en otros universos que son más pletóricos y maravillosos; pero también el amor es una fueza tan inmensa que en las manos y sobre todo en la mente de algunos resulta demasiado grande y pesa demasiado, no lo resisten y tratan de alejarlo de si y hasta ridiculizarlo. ¡Ellos se lo pierden y se lo pierden patéticamente!

Fej Delvahe