Sobre todo, cabe destacar el espíritu crítico y rabiosamente actual de esta película, a través de un relato histórico aparentemente remoto. "Un día vi 10.000 elefantes" ha de servir para que muchos tengan una perspectiva nueva de muchos problemas que asolan nuestra sociedad actual: xenofobia, desigualdad, distinción entre primer y tercer mundo. No ha habido una reflexión real sobre el significado y las consecuencias del colonialismo, al que muchos siguen identificando aún con las películas de Tarzán. Ni siquiera pensamos que eso vaya con nosotros. En ese sentido, "Un día vi 10.000 elefantes" es un film necesario frente a otros discursos antirracistas y ecologistas más convencionales.

No obstante, se trata de una obra demasiado determinada por su innovador formato. Narrativamente, está a caballo entre el relato histórico, la ficción y el documental; formalmente, la película combina la imagen real, la fotografía, la animación... A mi entender, hay una excesiva indefinición, que termina por distanciar al espectador. La trama se ofrece continuamente a través de una voz en off, que se complementa con un conjunto de imágenes de distintos formatos y texturas, original pero deshilvanado.

O sea, hay que alabar el compromiso y el riesgo de esta película. Pero el experimento no ha salido todo lo bien que se hubiese deseado, creo. A ver cómo va el siguiente.