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Voto de John Giraldo:
7
Drama Manuel, un niño de nueve años, que juega al fútbol todos los días en el campo con una vieja pelota, sueña con llegar a ser un gran guardameta. Su alegría es enorme cuando, Ernesto, su padre, le regala un balón nuevo; pero, desgraciadamente, un accidente inesperado hace que el balón caiga en un campo minado. A pesar del peligro que supone, Manuel, que no está dispuesto a renunciar a su balón, convence a sus dos mejores amigos, Julián y ... [+]
20 de marzo de 2011
17 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Invité a mi hijo a cine. Le dije: vamos a ver Los colores de la montaña, el título le sonó. Luego mi hijo mientras realizaba un juego con agua en el patio de la casa, su amigo, el vecino, le preguntó que si jugaban, mi hijo le dijo que no porque iría con su familia a ver cine, le preguntó por la película, al decirle, su amigo le contestó: ah no esa película no me gusta, luego al rato le dijo: si es colombiana menos mi papá dicen que todas son de violencia. Mi hijo no respondió nada, fuimos a ver Los colores de la montaña y en efecto es otra película sobre la violencia, pero como ninguna otra, contada por los niños. Pero tampoco es cualquier película sobre la violencia, es la más violenta de todas, pero con un hecho sorprendente: el conflicto armado está ahí, pero apenas como una zozobra.

No hay como dejar al margen la violencia, ni menos impedir que se margine de las producciones artísticas, la violencia es punto angular de los colombianos, pero qué significativo resulta que se nos cuenten historias donde el conflicto sea tan severo y para ello no haya que mostrarlo con la imperiosa necesidad de la sangre, las balas o la suculenta tragedia.
Vamos al grano. Los colores de la montaña, es un relato donde todo se articula mediante un balón que le regalan a Manuel, un niño quien se divierte jugando fútbol en los fríos días de una de las tantas montañas de Colombia, y digo una de tantas, pues puede ser cualquiera, luego el conflicto de toda la película será obtener de nuevo el balón ya que cayó en un campo minado.

Estábamos en el teatro, me generó expectativa entrar y ver la sala casi llena. Personas distintas, vi familias completas, parejas, jóvenes, y varios niños como mi hijo. La película tiene algo que convoca: los infantes, y bien escogidos fueron, más el hecho de ver un film que sin ser desmesurado en violencia, es paradójicamente la más violenta de todas. El público ríe con Poca Luz, un albino, un niño miope y genial, se intriga con una escuela donde se leen letreros primero de uno de los actores del conflicto, luego el de otro, y después, la crueldad del desplazamiento.

El público se sorprende porque una profesora tiene en la escuela rural todos los grados en uno, y es como si ver ordeñar una vaca fuera un exotismo, pero así es, ciertas realidades aunque próximas cuando son develadas como en una película sugieren más cercanía. Y así como otros rasgos, la película va calando entre un público que ríe y se intriga. Mi hijo tuvo pavor, en dos escenas me pidió que le tapara los ojos y él se colocaba las manos en sus oídos. Lo que quiere decir que le generó pánico, lo más particular es que aunque se ve tímidamente la sangre lo más fuerte son las atmósferas. He ahí la fortaleza de la película. Además no tiene inclinaciones, más que con aquellos niños quienes desde su ojos, desde su necesidad de diversión ven pasar detrás de un balón lo agreste de las condiciones en las que viven.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
John Giraldo
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