"Noche infinita" podría haber sido una película europea de los 70s pero no lo es, y eso se agradece, en cierta manera. La típica (y tópica) comedia de enredo libertina se convierte aquí en un interesante ejercicio de estilo humorístico sobre traumas sexuales que se aleja del trazo grueso y va a por cierto detalle. "Noche infinita" es gamberra hasta el punto justo, deja caer algunos chistes de evidente mal gusto sin que nos demos cuenta (lo hace disfrazándolo de falsa intelectualidad) y lo enmarca todo en una especie de comedia indie que parece no ir a ningún lado pero que tiene claro cual es el camino y acompaña al espectador en un divertido viaje trangresoramente sexual.


Como sucedía en la anterior película de Patrick Brice (la excelente "Creep"), este director (y guionista) vuelve a diseccionar las relaciones entre extraños, bordeando un humor peligroso pero encajado todo en un conflicto cercano para que el espectador se meta en una situación que podría llegar incluso a sucederle, estirando de la cuerda un poco mas de lo habitual y provocándolo todo mediante inteligentes diálogos y magníficos actores. Porque hay que reconocer que el cuarteto protagonista están todos excelentes (en especial las dos actrices) y sus cuatro personalidades diferentes ayudan también al espectador a identificarse con alguno de ellos. Ese es el gran acierto de "Noche infinita", el hecho de que los cuatro protagonistas sean cuatro personalidades estancas que conforman un retrato de esa especie de burguesía de la treintena que son aparentemente perfectos pero guardan cientos de problemas en su interior.

Todo cuanto sale de la factoría de los Duplass Brothers es magnifico, se mire como se mire, ya sea una serie de televisión o una película. Es cine independiente terriblemente divertido, trangresor y que funciona a una velocidad (lenta) y con uno guiones (lleno de giros) que desconciertan pero atraen a cualquier espectador mínimamente curioso. Auténticas joyas en un universo de apatía narrativa.