Gran película. Un magnífico drama coral con toda la carga moral y sentimental que caracteriza a Sayles y su maestría habitual. Quizás alguna historia quede un tanto desdibujada, pero la cantidad de matices con la que Sayles impregna a sus personajes y a su historia es tal, que poco importa. Quizás también la película sea un poco farragosa, con esa sensación de que "no pasa nada", tan plagada de diálogos íntimos y reflexivos sobre el hombre y los demonios de la sociedad moderna. Acabo de leer que un crítico la calificó como una lección de civismo. Y hay mucho de eso, por supuesto. Y también unas gotas del Sayles más turbador y cachondo, a su manera.
Lo cierto es que, como siempre, Sayles quiere abarcar mucho y, desde luego, aprieta bastante.