“Furia (The samaritan)” es un thriller dramático de serie B que va de más a menos cuesta abajo y sin frenos, sin que en ningún momento el más llegue a ser un espectáculo sin igual aunque, por lo menos, es un más que goza de un mínimo de personalidad dentro del subgénero en el que se encuadra la película.
“Furia (The samaritan)” es serie B, eso no podrá discutírmelo nadie, pero es una serie B que desde el minuto uno intenta distanciarse lo máximo posible de ese calificativo, y lo hace intentando cimentar su historia en base a unos personajes bien definidos y con algo de trasfondo. Foley es un ex-timador que sale de prisión tras más de veinte años encerrado y se topa con una sociedad que le da la espalda, en su camino se encuentra con una joven confundida que al igual que él también es repudiada, y con el misterioso hijo de su ex-compañero de timos muerto antes de entrar él en la cárcel. Y no se piensen que todo este primer acto se desarrolla en cinco minutos para luego dar paso a la retahíla de tiros y mamporros, ni mucho menos, esta interesante introducción ocupa bastante más tiempo de metraje otorgándole a “Furia (The samaritan)” algo más de enjundia de la que suele poseer una simple serie B. La melancolía del sueño americano frustrado y el crepúsculo de una sociedad extenuada se reflejan a la perfección en toda esta primera mitad de historia. No podemos negar que el otro gran artífice de este inicio tan destacable es Samuel L. Jackson construyendo el que seguramente sea su mejor personaje de todos los que ha hecho últimamente en serie B, apoyado en todo momento por una magnética y embaucadora Ruth Negga. Entre los dos forman un tándem potentísimo.
Antes he dicho que “Furia (The samaritan)” iba de más a menos, así que ahora creo que toca centrarse en el menos. El mayor lastre del film es todo su tercer acto, parte en la que la película se estropea bastante. De repente aparecen elementos que no habían entrado en liza en ningún momento y por los cuales la cinta estaba resultando diferente, tales como: las prisas, la previsibilidad y la confusión. Todo el desenlace de la película es mejor olvidarlo, es un final de obra que hace que vuelva a recordar que estaba viendo una serie B, algo que se me había esfumado de la cabeza. Seguramente lo que mejor resume el absurdo del tercer acto es el personaje de Tom Wilkinson, un fácil e innecesario cliché que tira por tierra todo el trabajo previo.
En definitiva “Furia (The samaritan)” es un thriller dramático bastante decente y que se desmarca ligeramente de los parámetros de la serie B; eso si, hasta aterrizar en su desastroso tercer acto ante el que me dieron ganas de apagar la tele.