Un ejemplo claro de cómo utilizar una buena fotografía para cubrir una mala película. La composición, los colores y la iluminación son realmente buenos todo el tiempo, pero es una cinta vacía que parece no tener claro cómo contar la historia, y para ello, lo hace todo demasiado explícito. Lo siento por su estética pero si quitamos la imagen la película se entendería perfectamente.

Parece ser que a los hermanos Grimm no se llevan muy bien con el género de terror. Después de varios intentos seguimos con la idea de adaptar Hansel y Gretel, quizás es el cuento más macabro de estos escritores, pero sigue sin funcionar en la pantalla. En este caso, Rob Hayes coge la premisa principal del cuento y crea una historia aún más fantástica, donde nada funciona. Personajes superficiales y poco desarrollados, que cambian de opinión de la noche a la mañana, enserio, no hay quien entienda. Por otro lado, está el intento de crear una cinta de terror psicológico. Un terror que pasa de generar tensión los primeros cinco minutos a volverse soporífero hasta el final.

La realización es lo realmente interesante; el director suele aguantar los planos demasiado, buscando aquella tensión inexistente de la que he hablado antes. El gran perjudicado de esto es el ritmo haciendo que todo se vea demasiado lento. El director decidió derivar sus funciones al de fotografía, que se lo ha pasado realmente bien creando una estética preciosa, pero como consecuencia, parece no haber ningún tipo de lenguaje en los encuadres. Sinceramente, creo que se ha pensado demasiado poco lo que se quería y cómo se quería contar.

Solo puedo decir que es una película demasiado larga, no por su tiempo, sino por la sensación que transmite. Nada está bien, incluso los actores son demasiado normalitos, esperaba mucho más de Sophia Lillis, pero con un guion así, tampoco se puede juzgar esto demasiado.