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España España · Shangri-la. Andalucía
Voto de Maggie Smee:
8
Drama. Comedia Una fotógrafa judía (Melanie Mayron), algo gordita e insegura por su físico, trata de enfrentarse al amor, a su carrera profesional y a su vida personal después de que su compañera de piso abandone el apartamento para casarse. Entre otras cosas la joven anima a una lesbiana a que se quede en su casa, y tiene affairs con un rabino (Eli Wallach) y con un profesor (Christopher Guest)... Comedia dramática independiente financiada con una ... [+]
17 de abril de 2021
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Casi cuatro décadas después de su estreno, “Las amigas” de Claudia Weill, es recuperada para su restauración y exhibición por parte de The Criterion Collection, una empresa estupenda que incesantemente rescata clásicos de todas nacionalidades. Además, esta película en 2019, fue elegida para su conservación en el registro nacional de películas en la Biblioteca del Congreso americano, por su interés cultural o histórico.

Todo esto puede suponer una sorpresa para todos aquellos que tengan grandes expectativas y descubran, tras verla, de que se trata de un film modesto y sin pretensiones, que, aunque acabó superando la ridícula cifra que tenía presupuestada, fue la primera producción independiente que pudo terminarse gracias a becas y donaciones particulares a través de los casi tres años que duró su complicado rodaje, ya que se interrumpía para recabar fondos: casi sin dinero, con problemas de todo tipo y con el apoyo de todo el equipo, se gestó este film, que más que feminista es femenino, donde no se reivindica nada político (apta para hombres y mujeres), y que tuvo el honor de convertirse en una producción abiertamente femenina, con guionista, directora y con roles principales encarnados por mujeres, que contaban una historia donde eran “ellas” las protagonistas.

El guión de la interesante Vicki Polon tiene muchas dosis autobiográficas de ella y su directora, Claudia Weill. Su historia gira en una Nueva York que comenzaba a transformarse, cuando ya comenzaba en Tribeca su proceso de gentrificación, que es uno de los barrios donde la historia se desarrolla, y comienzan a crearse en los bajos de los edificios galerías de arte, donde se intenta hacerse un hueco exhibiendo su trabajo Susan Weinblatt, fotógrafa, y que comparte piso con Anne Munroe, cuya aspiración es ser escritora. Una historia que a estas alturas y “a priori” parece estar mil veces contada, pero no de la misma forma.

El reparto es muy bueno: desde rostros conocidos que apostaron por este film como Eli Wallach o Viveca Lindfors a actores no tan conocidos por aquel entonces como Bob Balaban o Amy Wright. Mención especial para sus protagonistas, Anita Skinner y sobre todo una absolutamente deliciosa Melanie Mayron, que causó mella entre muchas jóvenes de la época en distintos países, al apostar por un rostro alejado de perfecciones plásticas y llena de verdad.

El gran compositor Michael Small se encargó de su música, Fred Murphy hizo un buen trabajo a la fotografía y el montaje corrió a cargo de Suzanne Pettit.

Una vez acabada la epopeya de su rodaje, de repente, es el gran estudio Warner quien compra la película para convertirse en su distribuidora mundial y la pasea por varios festivales de prestigio. La crítica, se vuelca con ella. En España, a pesar de estrenarse en pleno verano y casi sin publicidad, también contó con cierto apoyo, sobre todo por parte de la crítica más especializada.

El resto de la carrera de Claudia Weill, aunque arropada por grandes estudios de cine y televisión, no tuvo tanta resonancia ni consiguió resultados similares, pero no hay quien le quite su mérito para llegar a convertirse en directora.

Como dato curioso, comentar que Vicente Molina Foix, entrevistó en 1980 a Kubrick. Molina Foix preguntó a Kubrick si estaba interesado en los pasos o logros de directores en Hollywood como Coppola, Schrader, Spielberg, Scorsese o De Palma, a lo que Kubrick, que constantemente veía producciones actuales y que estaba muy al día, respondió que una de las películas más interesantes, y no necesariamente de Hollywood, que había visto en mucho tiempo era precisamente “Las amigas” de Claudia Weill. Él no entendía que no hubiera sido un éxito, pero afirmaba que su manera de filmar y la sensibilidad que transmitía solamente se podía encontrar entre los mejores directores europeos.

Yo, pasado el tiempo, he vuelto a verla y sigo pensando lo mismo que en su día, que es un film con valores, no apto para todo tipo de público ni para cualquier momento, pero con el atractivo añadido que da la nostalgia de unos personajes más inocentes de lo que hoy serían y de fondo tener una ciudad, cuyo cambio, se ha convertido en un escenario que hoy día sería irrecuperable.
Maggie Smee
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