Este es un documental extraño y familiar a la vez. Por un lado, no es sencillo reseñar ni criticar un trabajo tan íntimo como el de Eric Bana porque precisamente lo hace para su propio deleite, no el del espectador. Mas, por otro lado, al acercarse uno a Love the Beast sentimos que algo de lo que ha ocurrido al australiano Bana hace parte de lo que todos en algún momento de la vida vivimos en nuestras casas: atesorar objetos y lugares. y con ellos, seres queridos.
Con Eric Bana nos sumergimos en la vida adolescente del actor australiano para seguirlo con especial simpatía en su amor por los automóviles, caso puntual de un Falcon Coupe del 74. Y aunque este pueda ser el objeto fundamental, lo cierto es que nos maravilla ver la familia, la amistad, el desafío y las aventuras de un hombre que sigue persiguiendo su infancia.