Infantiloide ejercicio de cursilería, comandado por un narrador omnisciente (Bruce Willis) que empieza soltando un perla antológica como aperitivo. "Le habían robado el corazón...y ni siquiera podía poner una denuncia".
Discurre la aventura por una quimérica Barcelona, en la que los cuarenta minutos que hay entre la montaña y la playa parecen breves minutos. Los enamorados frecuentan el pijerío más pijo de la ciudat, pero deducimos que es la Barcelona de hace tres añitos porque los banderines y los anarquistas new age no existen. O es eso, o es la Barcelona del 2020, libre ya de plagas varias. Refulge tanto la ciudad, y están tan disimuladas las cutres calles del Ensanche, que todo parece un primaveral cuento de hadas.
Nuestra heroína empalaga con su continua mirada de anuncio de perfume. Sus amigas están, como diría un castizo, más que el palo de un churrero y sonroja ver cómo estas niñas de diecisiete años están deseando catar casados. Va dirigida, precisamente, a ese auditorio disfrazado de short vaquero, culo al aire y tirantismo... Y encima, tras estar todo el día de abajo a arriba con el móvil y los picores, te cuelan el mensaje de que aprueban Selectividad. Joder, y yo estudiando todas aquellas malditas tardes de mayo y junio.
La historia es inverosímil y bochornosa, pero afortunadamente el amor triunfa gracias a que se quieren mucho. ¿Qué el muchacho tiene 37 primaveras y ella diecisiete? No pasa nada, ya lo dejan claro los amigos: no hay delito.
Si quieres que tus hijas menores de edad estudien la licenciatura de cazamaridosinfieles o si el mensaje que deseas que tus hijos reciban es que cuando llegas a los cuarenta lo mejor es subirte a un parque de atracciones con niñas que podrían ser tus hijas, sin duda, esta es tu película.
spoiler:
Especialmente patéticas son las escenas en el hotel de Paris y en el parque de atracciones. Impagable resulta ver a nuestro entrañable publicista emerger de su Porche para ir a buscar a su chica al insti. El comienzo semi badalonés de la película y el accidente inicial dan risa. Sólo se salvan la escena de la playa, la fotografía, el protagonista, el faro...Y una Barcelona limpia.