Agradable comedia costumbrista francesa, de un mundo rural cada vez más inexistente, con una uniformidad racial y étnica nada creíble hoy en día, protagonizada por "el hombre de la tónica", que recordarán los lectores talluditos como yo. Ver a Bertrand le Coq con los mismos gestos y expresiones que empleaba en los anuncios de tónica, me ha retrotraído a mi adolescencia y su pelo blanco me ha hecho ver la inevitabilidad del paso de los años.

Filme muy francés, con los jubilados tomando su pastís en el bar, las chicas todas guapas y esbeltas, bellos caserones y tono grisáceo en el cielo que nos sitúa en el norte del país galo. Buenos diálogos y situaciones. Mejor que cualquier telefilme alemán de esos que pasan por Antena 3 los domingos a la tarde.