Pese a que lo fácil es decir que Los Simpson han perdido mucho en las últimas temporadas, yo prefiero ser honesto y decir las cosas como son: no las he visto. He convivido con esta familia y el resto de habitantes de Springfield el tiempo suficiente como para que me de igual si la cosa decae, porque durante muchos años -y episodios- se han ganado a pulso ser parte de la historia de la televisión, y a ellos les debo un porcentaje mportante de mi educación como cinéfilo. Sin embargo no podía dejar la oportunidad de ver Brick Like Me, el episodio 550 de la lóngeva serie, uno que como ocurre con los especiales de Halloween (algunos de los cuales son memorables, por cierto) presente una historia totalmente original y que no forma parte de la continuidad narrativa de la serie. Es más, para dejarlo claro el 90% del episodio está hecho con piezas de LEGO, en un proceso que -dicen- se alargó más de dos años para obtener unos resultados aceptables.

Visto el episodio especial, lo cierto es que el trabajo de animación en stop-motion dista bastante de ser extraordinario, quedandose en la correción y funcionando, cuando lo hace, más a través de gags de guión que no de recursos físicos, recordando en efectividad -una discreta- a los homenajes a Star Wars de Padre de Familia y Robot Chicken. Así, la historia nos presenta un mundo de LEGO en el que Homer y compañía viven sin sufrir daños y sin tener preocupaciones, pero poco a poco, vamos descubriendo cómo el cabecilla de la familia se da cuenta de que hay gato encerrado, recordando algo que creia olvidado. El episodio apela al final por la moralina, como era de esperar, pero por momentos el viaje merece la pena con cosas que funcionan bien, como ese jugueteo con las reglas de los bloques, el no-dolor, la facilidad de construcción o el simple recurso visual de convertir Springfield en un mundo de bloques. Brick Like Me no es gran cosa en general, y queda lejísimos de lo mejor que ha dado de sí la serie, pero en una época en la que la familia amarilla copa titulares por su (cada vez más comunes) cabeceras dedicadas a iconos populares (Juego de Tronos, El Hobbit), universos personales (Guillermo del Toro) o ejercicios de autor (Plympton, Socha, etc.), está bien que se intente eso de 'renovarse o morir', aunque como en el caso que nos ocupa, la cosa esté a años luz de ser tan buena como para darle la vuelta a la tortilla. Se ve con agrado porque dura un suspiro, pero La LEGO Película sigue quedándose como el mejor ejemplo animado en esto de usar los bloques y darles vida. Y con mucha diferencia.