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Voto de Ehavled Jef:
8
5,4
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Documental
Documental producido para la fundación We Are Water, sobre el desastre ecológico del Mar de Aral, en Asia Central. Aral era, hace apenas 50 años, el cuarto lago más grande del mundo, con 66.000 kilómetros cuadrados. Hoy es un inmenso desierto con esqueletos de barcos varados en sus arenas. (FILMAFFINITY)
31 de agosto de 2011
16 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mucha pena da ver este documental si uno antes, como es mi caso, vio la hermosura de esas aguas, sus tremendas tormentas, si probó su sabrosos peces y se enamoró en una de sus numerosas islas (“Aral” significa “mar de islas”), como muchos recordamos ocurrió en el maravilloso filme “El cuarenta y uno (Sorok pervyy)”, del director Grigori Chukhrai (URSS 1956), donde se cuenta la historia de amor que surge entre dos enemigos: por una parte un oficial del ejército blanco o zarista (interpretado por Oleg Strizhenov) y por otra una militante francotiradora del ejército rojo o bolchevique (protagonizada por Izolda Izvitskaya), cuando ella lo lleva a él prisionero en dirección a su destacamento y al embarcarse para cruzar el Mar Aral una temible tormenta como suelen ser las de los lagos los hace naufragar pero salvándose ambos y quedando aislados en una de las innumerables e idílicas islas que lo integraban, surgiendo entonces el amor milagroso entre los dos, el amor que mientras dura es capaz de dejar a un lado las ideologías.
Pues bien, ese Mar Aral que, cuando se producía la citada película a mediados de los años cincuenta del siglo XX, era el cuarto lago más grande del mundo, fue sometido por las autoridades comunistas de la URSS, allá por el año 1960, al megaproyecto de desviar los dos grandes ríos que en él desembocaban, los ríos Amu Daria y Sir Daria, con el fin de regar inmensos campos de algodón y convertir a la URSS en el mayor productor algodonero del mundo; pero lo que lograron fue que al dejar de recibir el Mar Aral el habitual caudal de agua que le aportaban dichos ríos, empezó a evaporarse rápidamente. Su extensión es hoy menos de la mitad que la tenía entonces y el volumen del agua se ha reducido en un aterrador 80%. Encima, los fertilizantes químicos que se utilizaron para acelerar el crecimiento veloz del algodón, convirtieron esta zona de Asia Central en una de las más contaminadas del planeta. Los niveles de enfermedades, malformaciones, cáncer linfático y mortandad infantil, son de los más altos de todo el continente asiático.
En definitiva, de lo que han hecho los comunistas con ese inmenso mar, convirtiéndolo en una especie de ojo seco o tuerto del planeta Tierra, es de lo que trata este documental de Isabel Coixet, y cualquiera que sea capa de discernir con independencia la historia del comunismo y de la URSS, (proyectos que tanto admiraban y ansiaban reproducir en España célebres comunistas españoles como Dolores Ibárruri o Santiago Carrillo), puede sacar sus conclusiones al respecto e incluso dar gracias al universo o a quien sea porque no triunfara en la España de los años treinta aquellas revoluciones comunistas que tanto se intentaron y que seguro de haber tenido éxito alguna de ellas nos habría dejado buena parte de España hecha un cementerio al estilo Mar Aral o peor.
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Pues bien, ese Mar Aral que, cuando se producía la citada película a mediados de los años cincuenta del siglo XX, era el cuarto lago más grande del mundo, fue sometido por las autoridades comunistas de la URSS, allá por el año 1960, al megaproyecto de desviar los dos grandes ríos que en él desembocaban, los ríos Amu Daria y Sir Daria, con el fin de regar inmensos campos de algodón y convertir a la URSS en el mayor productor algodonero del mundo; pero lo que lograron fue que al dejar de recibir el Mar Aral el habitual caudal de agua que le aportaban dichos ríos, empezó a evaporarse rápidamente. Su extensión es hoy menos de la mitad que la tenía entonces y el volumen del agua se ha reducido en un aterrador 80%. Encima, los fertilizantes químicos que se utilizaron para acelerar el crecimiento veloz del algodón, convirtieron esta zona de Asia Central en una de las más contaminadas del planeta. Los niveles de enfermedades, malformaciones, cáncer linfático y mortandad infantil, son de los más altos de todo el continente asiático.
En definitiva, de lo que han hecho los comunistas con ese inmenso mar, convirtiéndolo en una especie de ojo seco o tuerto del planeta Tierra, es de lo que trata este documental de Isabel Coixet, y cualquiera que sea capa de discernir con independencia la historia del comunismo y de la URSS, (proyectos que tanto admiraban y ansiaban reproducir en España célebres comunistas españoles como Dolores Ibárruri o Santiago Carrillo), puede sacar sus conclusiones al respecto e incluso dar gracias al universo o a quien sea porque no triunfara en la España de los años treinta aquellas revoluciones comunistas que tanto se intentaron y que seguro de haber tenido éxito alguna de ellas nos habría dejado buena parte de España hecha un cementerio al estilo Mar Aral o peor.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Coixet rueda sobre todo en la ciudad de Moynaq (en Uzbekistán), que hace tan solo cincuenta años era un gran puerto de una de las orillas del Mar Aral, con una gran industria pesquera que daba empleo a unas 60.000 personas, y donde actualmente no quedan ni una gota de agua del Aral sino sólo su fondo árido y desértico con barcos de pesca varados en la arena. Impactante es ver la panorámica que filma Coixet cuando cruza esa zona de lo que fue el Aral en un vehículo cuatro por cuatro y contemplamos kilómetros y kilómetros de estepa árida y con matojos, es decir, lo que en realidad era el fondo de aquel inmenso lago de vida, antes que los comunistas lo consumieran en pleno desarrollo de su ideología política: Unión Rusa Socialista Soviética.
La anécdota que aporta Isabel Coixet al final, es un punto de humor estupendo, con mucha "coña marinera", para compensarnos de tanta tristeza y pesadumbre mostrada y constatada ante un mar perdido: Los habitantes de la zona dicen que si cada uno de los que han ido allí a hacer un documental sobre la desertización del grandioso lago, hubiese llevado un cubo de agua, ya el Aral habría recuperado su volumen cúbico de antaño.
Fej Delvahe
La anécdota que aporta Isabel Coixet al final, es un punto de humor estupendo, con mucha "coña marinera", para compensarnos de tanta tristeza y pesadumbre mostrada y constatada ante un mar perdido: Los habitantes de la zona dicen que si cada uno de los que han ido allí a hacer un documental sobre la desertización del grandioso lago, hubiese llevado un cubo de agua, ya el Aral habría recuperado su volumen cúbico de antaño.
Fej Delvahe