Thriller poco convencional que es una mera excusa en manos de Eastwood para hablar de la vejez de forma totalmente coherente con su filmografía. Es como si el director quisiera revisar el personaje de Harry el Sucio, y por extensión reflexionar sobre esa etapa de su carrera, estudiando su evolución con del paso del tiempo, en cierto modo como el William Munny de Unforgiven. Si en el caso de Munny era el amor lo que le hizo replantearse su vida, en este caso es su toma de consciencia sobre la muerte lo que le hace cambiar. El duro detective es ahora un hombre mermado físicamente al que los fantasmas del pasado  le hacen plantearse lo que ha hecho con su vida y si merecía siquiera sobrevivir al infarto que le ha llevado a esa situación. Un planteamiento interesante, bien resuelto en una historia que combina con acierto la trama de intriga y drama intimista en un film intenso y acertado en la primera y reflexiva en la segunda. Eastwood está magnífico en su papel, aportándole veracidad al personaje y un toque de fragilidad, haciéndonoslo accesible en todo momento. Sin embargo el mayor merito se lo lleva Eastwood como director, por seguir demostrando incluso en obras menores como esta su buen hacer tras la cámara tanto en el ritmo (sigue siendo de los que mejor pulso tiene para el thriller) como en la honestidad de sus imágenes. Desgraciadamente el equilibrio que mantiene hasta casi el final de la película se ve roto por un tramo final tristemente comercial, fácil e indigno de las virtudes mostradas hasta ese momento, interrumpiendo la progresión del film, empañando en buena medida la excelente impresión que venia ofreciendo. Aun así buen conjunto de la faceta mas comercial del director, peor rematado que Absolute Power, pero decididamente acertado en la visión que nos propone sobre la vejez, plenamente afín a la última etapa de su obra.