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Voto de Atilio:
3
2019
6,1
66
Drama. Documental
Biografía del escritor Bertolt Brecht (1898-1956), en la que se entremezcla la ficción con el documental. En ella se muestra a un Brecht repleto de dudas respecto a su trabajo y al mundo que le rodea, y cuya personalidad se perfila a través de los personajes que le rodeaban, como su protegido Martin Pohl o su colaboradora y amante Ruth Berlau. (FILMAFFINITY)
23 de diciembre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
A veces cuando uno se dispone a ver un producto artístico con una enorme carga de expectativas previas, se suele incurrir en una valoración bastante injusta de la obra. El inmenso Bertolt Brecht fue un extraordinario dramaturgo y poeta que como director teatral creó una forma de representación que revolucionó las artes escénicas. En contraposición a la clásica concepción aristotélica del teatro que era un medio para representar el drama (y su contraposición la comedia) inventó algo que llamó “teatro épico” o “teatro dialéctico” en donde el espectador debía involucrarse en el hecho artístico en sí mismo y no precisamente en el argumento. Esto que fue denominado como el efecto distanciamiento, aunque es bastante difícil de explicar es rápidamente entendido cuando uno puede apreciar una puesta en escena de cualquiera de sus obras, porque toda la parafernalia técnica (los entretelones, las parrillas de iluminación, y muchas veces hasta el mismo cambio de vestuario) se hace a la vista, es como si se rompiera permanentemente lo que ha dado en llamarse la “cuarta pared” y por esa razón el espectador tiene un distanciamiento que lo convierte en parte activa de la trama para una apreciación, juzgamiento y calificación de lo que ve. Como que casi el disfrute del público pasa a un segundo plano.
Este mecanismo tiene algunos resortes muy recurrentes y efectivos. Como, por ejemplo, en medio de una escena con hondo contenido dramático se interrumpe la acción con la interpretación de una canción (generalmente con músicos en vivo) que puede ser interpretada por sólo uno o dos protagonistas o puede convertirse en una ejecución coral en la que casi todo el elenco participa utilizando espacios no convencionales como los pasillos de las plateas, los palcos u ocultos en el foso de una orquesta inexistente.
Toda esta concepción de la puesta en escena, dirección y con nuevos paradigmas de la interpretación (en absoluta contraposición a Stanislavski) cambiaron definitivamente la forma de escribir, poner en escena y actuar en las disciplinas escénicas.
Brecht no sólo fue rupturista con su método del distanciamiento, también tuvo un dominio absoluto en la creación de textos, a través de los cuáles además de la historias propuestas, no tuvo cortapisas de especie alguna para proclamar a todos los vientos su ideología política afín al comunismo, con preocupación por los temas sociales y con un permanente tono antibelicista y de rechazo al fascismo militar. Sus obras son, a veces explícitamente otras en forma soterrada, una crítica feroz al capitalismo y al modo de vida burgués.
Ahora bien, con todo el rollo anterior —que espero haber explicado más o menos con cierta claridad pese a la pobreza de mi redacción— y teniendo en cuenta que luego del cine el teatro es la segunda razón de mi vida, me dispuse a ver esta película exclusivamente por su título. Con algo de curiosidad por tratarse de un biopic que mezcla lo documental con la recreación, pero con mucha, tal vez demasiada, expectativa de ver cómo se desarrollaba el proceso de creación de este hombre asombroso.
Este mecanismo tiene algunos resortes muy recurrentes y efectivos. Como, por ejemplo, en medio de una escena con hondo contenido dramático se interrumpe la acción con la interpretación de una canción (generalmente con músicos en vivo) que puede ser interpretada por sólo uno o dos protagonistas o puede convertirse en una ejecución coral en la que casi todo el elenco participa utilizando espacios no convencionales como los pasillos de las plateas, los palcos u ocultos en el foso de una orquesta inexistente.
Toda esta concepción de la puesta en escena, dirección y con nuevos paradigmas de la interpretación (en absoluta contraposición a Stanislavski) cambiaron definitivamente la forma de escribir, poner en escena y actuar en las disciplinas escénicas.
Brecht no sólo fue rupturista con su método del distanciamiento, también tuvo un dominio absoluto en la creación de textos, a través de los cuáles además de la historias propuestas, no tuvo cortapisas de especie alguna para proclamar a todos los vientos su ideología política afín al comunismo, con preocupación por los temas sociales y con un permanente tono antibelicista y de rechazo al fascismo militar. Sus obras son, a veces explícitamente otras en forma soterrada, una crítica feroz al capitalismo y al modo de vida burgués.
Ahora bien, con todo el rollo anterior —que espero haber explicado más o menos con cierta claridad pese a la pobreza de mi redacción— y teniendo en cuenta que luego del cine el teatro es la segunda razón de mi vida, me dispuse a ver esta película exclusivamente por su título. Con algo de curiosidad por tratarse de un biopic que mezcla lo documental con la recreación, pero con mucha, tal vez demasiada, expectativa de ver cómo se desarrollaba el proceso de creación de este hombre asombroso.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Esta primera parte de la miniserie de Heinrich Breloer, a pesar de su nombre carece precisamente del espíritu de Brecht. No hay un sólo atisbo de su genialidad, que obviamente puede o no ser compartida por cada uno de nosotros (me refiero a la “genialidad”).
Se opta por una especie de “docu-drama” que no es ni lo uno ni lo otro. La parte documental se limita a unos reportajes de personajes que sobrevivieron al dramaturgo y que tuvieron alguna conexión con el mismo (ex mujeres, amigos que más parecen enemigos, hijos, etcétera) y que todos, sin excepción se despachan con todo por algún resentimiento pasado. Mujeres y hombres despechados, hijos acusadores, y todos ellos coincidiendo en sus dichos describiendo a un ser casi monstruoso, de una egolatría sin límites casi al límite de la magalomanía delirante.
Pero, hombre, que el tipo pueda gustarte o no por razones ideológicas o estéticas no puede admitirse este retrato sin matices, casi infantil que se hace de su vida en esta primera parte que llega hasta más o menos 1940 (francamente no me quedó muy claro cuál es el período que abarca). Además, desde el punto de vista cinematográfico hay una recurrente descripción en off de lo que se está viendo.
Bertolt Brecht está presentado de tal forma que, por momentos, me pareció estar viendo la historia de un extraordinario futbolista recientemente fallecido, que luego de su etapa de actuación se dedicó a viajar por todo el mundo desparramando hijos por doquier con cuanta mujer se le puso en el camino. Bueno acá la cosa la muestra como que el semillero fue adentro de Alemania.
Hay varios momentos en los que se insinúa una atracción homo erótica pero, aunque poco importa si realmente el personaje vivió esas circunstancias, nunca se aclara ni se concreta ni siquiera de forma elíptica el tema, lo que hace suponer que se trata de un simple chusmerío (o, como dirían los españoles, cotilleo).
Seguramente por mis muy altas expectativas, esta película no me gusto. Mejor dicho, me pareció muy mala y no me estimula para ver su segunda parte.
Me cuesta bastante culminar con lo siguiente, porque en tanto ocasional subtitulador del inglés al español siempre evito hablar del trabajo de mis colegas. Pero hay algo que no debe permitirse y que es tratar de pasar gato por liebre. A los 4 minutos suspendí el visionado y me dediqué a buscar subtítulos en inglés y con ellos terminé de ver la película, porque la versión en español es una burda traducción automática a la que, cada 20 o 30 líneas, se le cambió algún sustantivo por otro sinónimo para disimular que la traducción la hizo una máquina. Cuando no existen traducciones a mano, no me parece mal que se usen traducciones automáticas, pero si se publican debe aclararse cuál es la verdadera procedencia para que el usuario esté advertido. Tengo un absoluto desconocimiento del alemán, por eso me vi obligado a ver a esta película con subtitulado en inglés. Francamente, no valió la pena (la película, claro).
Se opta por una especie de “docu-drama” que no es ni lo uno ni lo otro. La parte documental se limita a unos reportajes de personajes que sobrevivieron al dramaturgo y que tuvieron alguna conexión con el mismo (ex mujeres, amigos que más parecen enemigos, hijos, etcétera) y que todos, sin excepción se despachan con todo por algún resentimiento pasado. Mujeres y hombres despechados, hijos acusadores, y todos ellos coincidiendo en sus dichos describiendo a un ser casi monstruoso, de una egolatría sin límites casi al límite de la magalomanía delirante.
Pero, hombre, que el tipo pueda gustarte o no por razones ideológicas o estéticas no puede admitirse este retrato sin matices, casi infantil que se hace de su vida en esta primera parte que llega hasta más o menos 1940 (francamente no me quedó muy claro cuál es el período que abarca). Además, desde el punto de vista cinematográfico hay una recurrente descripción en off de lo que se está viendo.
Bertolt Brecht está presentado de tal forma que, por momentos, me pareció estar viendo la historia de un extraordinario futbolista recientemente fallecido, que luego de su etapa de actuación se dedicó a viajar por todo el mundo desparramando hijos por doquier con cuanta mujer se le puso en el camino. Bueno acá la cosa la muestra como que el semillero fue adentro de Alemania.
Hay varios momentos en los que se insinúa una atracción homo erótica pero, aunque poco importa si realmente el personaje vivió esas circunstancias, nunca se aclara ni se concreta ni siquiera de forma elíptica el tema, lo que hace suponer que se trata de un simple chusmerío (o, como dirían los españoles, cotilleo).
Seguramente por mis muy altas expectativas, esta película no me gusto. Mejor dicho, me pareció muy mala y no me estimula para ver su segunda parte.
Me cuesta bastante culminar con lo siguiente, porque en tanto ocasional subtitulador del inglés al español siempre evito hablar del trabajo de mis colegas. Pero hay algo que no debe permitirse y que es tratar de pasar gato por liebre. A los 4 minutos suspendí el visionado y me dediqué a buscar subtítulos en inglés y con ellos terminé de ver la película, porque la versión en español es una burda traducción automática a la que, cada 20 o 30 líneas, se le cambió algún sustantivo por otro sinónimo para disimular que la traducción la hizo una máquina. Cuando no existen traducciones a mano, no me parece mal que se usen traducciones automáticas, pero si se publican debe aclararse cuál es la verdadera procedencia para que el usuario esté advertido. Tengo un absoluto desconocimiento del alemán, por eso me vi obligado a ver a esta película con subtitulado en inglés. Francamente, no valió la pena (la película, claro).