Haz click aquí para copiar la URL
Voto de antonalva:
7
Drama Libre remake de “La piscina” (Jacques Deray, 1969), centrado en el complejo y progresivamente siniestro juego de relaciones que se forma entre un grupo de cuatro personas: una estrella de rock que se está recuperando de una operación a orillas del Mediterráneo, su pareja, su antiguo representante y amante, un hombre tan excéntrico como peculiar, y la joven y sexy hija de este último. (FILMAFFINITY)
23 de abril de 2016
44 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
El radiante Mediterráneo. La locura de un ambiente tóxico que se trata de esquivar con ingenua determinación. Un refugio en la montaña bañado por la luz inclemente de un pasado que no quiere dejarse enterrar. El venenoso juego del deseo sin mesura ni pesar. Unos adultos que son niños emocionales, una niña que es pura dinamita, una afonía tanto metafórica como vital, una verbosidad atolondrada que oculta sus verdaderas intenciones. Cuatro personajes, un paisaje y una piscina. No hace falta más para desencadenar un bacanal de los sentidos desaforados.

Reconforta y regocija ver la inmadurez campando a sus anchas de forma tan histriónica o emboscada y comprobar que lo que se calla y oculta es tan importante como lo que se dice sin freno ni medida. La desmesura de los recuerdos gravita indisoluble entre unos personajes presos por un entramado que no saben desentrañar sin hacerse daño ni reabrir viejas heridas. Las rencillas no resueltas supuran zozobra e incomodidad y turban la placidez de un escenario idílico diseñado para la paz espiritual y la calma engañosa de unas aguas ponzoñosas y estancadas que hieden a lujuria desenfrenada. La carne tiene un precio mientras la armonía se cobra un tributo que podría pensarse que se paga con la tentación más siniestra y debocada.

Bastan cuatro personas para conformar un pandemónium fatal. La enrarecida atmósfera veraniega anuncia una catástrofe que se palpa a cada fotograma sin por ello excluir la sorpresa y el desasosiego. Estamos ante un policiaco que disimula serlo, ante la sombra de un pasado que sobrevuela el presente sin posarse nunca, ante el anhelo de muerte que se enmascara entre la jarana bullanguera y la perfidia de las palabras disfrazadas de arcano silencioso. Es la crónica de un suicidio en cámara lenta donde el brazo ejecutor no será uno mismo, sino que será tu mejor amigo quien de forma sibilina ha colocado el arma definitiva en tus manos como por casualidad, sin nombrar la intención, pero dándote la espalda y esperando la estocada funesta.

Junto a la excelente dirección de Luca Guadagnino – en apariencia diáfana y luminosa, en realidad una caja de Pandora llena de sutileza, planificación y mal fario – brilla el cuarteto protagonista en estado de gracia. La centelleante efectividad de sus interpretaciones desnuda de todo oropel superfluo sus interacciones malsanas. Cada uno da lo mejor de sí mismo y en conjunto conforman un equipo insuperable que elevan el drama a la categoría de tragedia. Las mosquitas muertas penden como espadas de Damocles sobre las nucas desnudas de sus víctimas. Tomar el sol es tomar cicuta.
antonalva
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow