Miniserie británica de tan sólo ocho capítulos donde una mujer va a la República Democrática del Congo, que de democrática sólo tiene el nombre, a la búsqueda de la verdad de lo que le pasó a su marido muerto en un accidente aéreo, y al que cree ver en un noticiario tres años después de su muerto en uno de los múltiples disturbios que pasan cada día en aquella parte del mundo, y que a pocos les preocupa, más allá de las explotación de sus recursos naturales.

Con buen ritmo y una buena interpretación de la siempre atractiva Kate Beckinsale, bien secundada por Charles Dance, al que le empieza a pesar la edad aunque sigue siendo un convincente actor, nos presenta un misterio por resolver aderezado con la venta ilegal de coltán, ese mineral que entre otras muchas cosas sirve para todos los elementos electrónicos y de telecomunicación que nos hacen la vida más agradable, la esclavitud de los africanos en su propio continente para la extracción de éste y otros minerales y materias primas, así como la infame realidad de los niños soldados, y la miseria a la que se ven abocados los africanos a pesar de la riqueza de sus países que se ocupan de atesorar unos pocos en unos de los continente más injustos del que poco se preocupan las grandes potencias más allá del problema de la inmigración ilegal de los africanos buscando una vida mejor.

Interesante, 6.