Si un espectador se mete en una sesión doble formada por “Clerks “ y “Una chica de Jersey” pensará que no las ha dirigido el mismo tipo. Mirará una y otra vez el programa que le dieron en la entrada buscando la errata. Intentando detectar cómo un director tan transgresor, ingenioso e imaginativo ha podido venderse tan mal. Además, resulta doblemente hipócrita teniendo en cuenta que en uno de los gags más brillantes de lo que era su anterior filme, “Jay y Bob el silencioso contraatacan”, aparecía Gus Van Sant contando billetes. ¿Quién cuenta ahora el dinero? ¿Qué tipo de cine hace ahora el director de “Mi Idaho privado”?

Menos mal que en “Clerks 2” Smith recuperó credibilidad y aunque “Una chica de Jersey” fue masacrada con tres nominaciones a los Razzies, todo se entiende cuando aparece antes de los títulos de crédito finales una dedicatoria: “Para mi padre Donanl E. Smith 1936-2003; Te echo de menos papá.”

Kevin Smith se ha empachado de azúcar y “Una chica de Jersey” es una no-funcional comedia romántica de emociones blandas y acarameladas de saldos. No es excusa para un director que demostró en “Persiguiendo a Amy” que podía combinar lo gamberro y lo soez con lo romántico evitando el descalabro contra todo pronóstico y consiguiendo su mejor película, con permiso de “Clerks”.
Aquí evitan el bodrio algunos diálogos y situaciones (contadas con los dedos de una mano) y la aparición de una mis canciones preferidas de The Cure, “High”, junto a una competente banda sonora.